Introducción
El objetivo del presente trabajo es exponer las premisas mentales que, al irse desarrollando en la psique humana, fueron haciendo surgir la religiosidad, la consciencia, la intencionalidad profunda en los actos, y la separación de los seres humanos en colectivos fenotípicos.
La sistemática actividad científica que tenía lugar entre los homínidos desarrolló el potencial imaginativo que acabó derivando en pensamiento religioso, y la necesidad de transmitir los conceptos de esta nueva realidad cognitiva forzó a la mente humana desarrollar un lenguaje articulado.
Cuando se hace consciente de su capacidad para superponerse a la naturaleza, aquel ser al cual la evolución llevaría a ser plenamente humano, comienza a percibir su singularidad en la naturaleza. Su religiosidad desarrolla una psicología que le separa, lentamente, del mundo de los instintos y le sumerge en el de las intenciones profundas y ocultas.
En lo que respecta a la cuestión de aquello que, tradicionalmente, desde el propio ámbito académico se ha entendido como diversificación racial de la humanidad, actualmente hay una corriente crítica con esta teoría comúnmente aceptada, pues desde la antropología y la biología moderna han empezado a pronunciarse contra este concepto de raza atribuido a las variedades fenotípicas humanas, puesto no hay base biológica para avalar, entre los seres humanos, una diferenciación determinante en base a criterios genéticos.
Por ello he hablado, en el título de este artículo, de grupos fenotípicos para sustituir el lenguaje, a mi entender erróneo, que alude a las diferentes características apreciables entre los humanos encerrándolas bajo el apelativo confuso de razas, lo que biológicamente supondría que habría entre estos grupos humanos características genéticas sustancialmente diferentes entre unos y otros, hecho que científicamente no es cierto. El lenguaje es un elemento importante a la hora de transmitir información que ha de convertirse en conocimiento después del razonamiento individual de cada cual.
1.- La ciencia como generadora del pensamiento religioso
1.1.- La intuición mística de los forjadores de piedras
La religión constituye un estado psicológico intermedio entre el desarrollo del espíritu científico y la aparición del lenguaje articulado en el ser humano.
Algo debió acontecer en el desarrollo psicológico de los homínidos para inducirlos a iniciarse en la consciencia transcendente.
Tal acontecimiento pudiera haber adquirido sustancia en el espíritu científico que comenzó a desarrollarse en un tiempo insondable en la mente homínida, el cual habría actuado como factor determinante que motivaría el surgimiento del pensamiento religioso en las generaciones de homínidos que aún habrían de venir.
La forma en que la ciencia habría incidido en la aparición de conceptos que se correspondían con realidades que iban más allá de las percibidas por los sentidos naturales, podría haber estado en la relación causa-efecto que se derivaría de la práctica científica.
Los homínidos que primero desarrollaron la ciencia de forjar la piedra podían quizás cazar algún animal eventualmente, pero no eran cazadores organizados, sino que subsistían gracias a la recolección de vegetales y a la carroña obtenida de animales muertos. Para facilitar esta última práctica podrían haber acabado ayudándose de instrumentos de piedra.
Estos instrumentos habrían requerido de un trabajo previo de acondicionamiento a fin de capacitarlos para desgarrar la carne de las piezas carroñeadas. Golpeando una piedra contra otra obtenían lascas cortantes que sustituían a la acción directa de sus dientes sobre el cuerpo del animal que se disponían a devorar.
La acción continua de trabajar de este modo la piedra iría desarrollando en el homínido la facultad imaginativa que le permitía visualizar la piedra en bruto ya transformada en el instrumento que luego utilizaría para hacer más fácil su vida diaria.
Sostenía entre sus manos la piedra en estado natural, y ahora la imaginaba transformada en el instrumento cortante que acabaría forjando.
Esta actividad cerebral que se desarrollaba de manera continua y sistemática, iría acumulándose en su memoria y acabaría formando parte sustancial de su organigrama genético. La capacidad científica se transmitiría así de generación en generación, incidiendo de manera ineludible en el potencial imaginativo que habría de caracterizar a las futuras comunidades de homínidos en proceso de humanización.
1.2.- El misticismo despierta la facultad del habla
La capacidad para proyectar imágenes transfiguradas como consecuencia de su actividad científica, pudo haber dado origen a la recreación mental de un universo meta sensible, surgido del esfuerzo intelectual que suponía el diseñar mentalmente los instrumentos de piedra a fin de hacerlos útiles para sus necesidades de subsistencia.
Este esfuerzo intelectual sistematizado en el seno de los clanes de homínidos por necesidad, y transmitido por la memoria colectiva durante incontables generaciones, pudo haber sido el responsable de que la naturaleza hubiese acabado siendo derivada hacia un universo inmaterial.
¿Cómo pudo haber acontecido a nivel psicológico el paso que llevó de concebir únicamente una realidad física, a concebir también otra realidad paralela no perceptible por los sentidos naturales?.
Como el desarrollo cerebral solo permite extrapolar conceptos a partir de lo conocido, pudo haber sido la realidad imaginaria que mediaba entre la piedra en estado natural y la de su estado ya forjada por el trabajo de la mano homínida, de la que surgieron los conceptos de espíritus.
El trabajo de forjar la piedra es metódico. El científico que lo realiza ha acumulado un conocimiento inmemorial que le permite imaginar como va a quedar la piedra después de trabajarla para adaptarla a sus necesidades. Su cerebro derecho se potencia de tal manera que sus visualizaciones dejan de limitarse a las de las piedras que sostiene entre sus manos, y comienzan estas entonces a extenderse a otras realidades de su mundo natural.
Las visualizaciones inciden a su vez en provocarle un estado de perplejidad que le impelen a buscar respuestas. El miedo que genera sus visualizaciones es entonces una consecuencia de su sumergimiento en la creencia transcendente, y no la causa de esta.
El deseo de paliar su angustia le hace buscar referentes en la naturaleza que le sirvan como arquetipo para derivarla, y encontrar la forma apaciguar el influjo negativo de esas fuerzas intangibles y desconocidas que con su propia mente ha recreado a consecuencia de su actividad científica.
Con su cerebro izquierdo indagó en la naturaleza circundante, y fijó entonces su atención en los cielos, donde en el interminable ciclo que suponía la alternancia de luz y obscuridad encontró la réplica a los impulsos de su cerebro derecho que le hacían concebir un universo bipolar.
Combinando sonidos y movimientos articulaba las relaciones sociales a las que le impulsaba su instinto gregario, más de tal manera no podía sino expresar conceptos e ideas extraídos de la naturaleza perceptible.
Su cerebro le permitía transmitir la realidad perceptible a través de aquellos métodos de comunicación, pero estos se revelaban insuficientes para transmitir ideas procedentes del mundo imperceptible por los sentidos naturales.
El hemisferio cerebral derecho que desarrollaba su imaginación y le sumergía en la consciencia transcendente, forzó a su ver el desarrollo fisiológico del hemisferio cerebral izquierdo, ante la necesidad de transmitir las nuevas conceptualizaciones originadas en el imaginario universo inmaterial.
De tal manera se desarrollaron y ampliaron las diversas gamas de sonidos que brotaban de su garganta, proceso que incidiría en el desarrollo anatómico cerebral capacitándolo para comunicarse con un lenguaje articulado, y así poder transmitir y cohesionar al grupo ante la emergente realidad cognitiva.
Dotado del lenguaje articulado, se fue capacitando su cerebro para razonar con un pensamiento cada vez más elaborado La evolución del cerebro humano ha sido el resultado de un desarrollo pendular entre los hemisferios, puesto que el desarrollo del uno incidía en el del otro.
Si nuestro despertar a la consciencia de una realidad no sensorial fue la consecuencia del desarrollo de nuestro espíritu científico, el desarrollo del lenguaje articulado fue a su vez la consecuencia de la necesidad de transmitir las imágenes y los conceptos generados en aquella realidad paralela.
El fundamento del pensamiento religioso es por tanto de naturaleza intelectual.
2.- Los orígenes cerebrales de la intención humana
2.1.- Acerca de la coexistencia neurológica de instintos e intenciones
Cuando la actividad cerebral presente en el ser homínido que domina la técnica de forjar la piedra hace que las imágenes transfiguradas percibidas comiencen a formar parte cotidiana de su universo mental, la necesidad de socialización imperante en el seno del grupo va a interactuar con esta realidad neurofisiológica para impelerle a esforzarse en manifestar una intención cognitiva con la que capacitarse para transmitir la nueva realidad mental recreada en su mente.
Este esfuerzo derivado de su relación con el mundo meta sensorial va a estimular entonces los centros cerebrales que anatómicamente le facultarán para desarrollar un lenguaje articulado.
La intención hace su aparición en la psicología homínida a consecuencia del esfuerzo por transmitir conocimientos meta sensoriales, hecho que acabará por posicionar al ser dotado de esta nueva forma de inteligencia más allá del mundo dominado exclusivamente por los instintos.
Ello va a significar que al revestir sus actos de intención, y no solo de instinto, el ser homínido incida decididamente en el camino de su lenta separación del mundo animal.
La intención pasa entonces a constituirse en el signo invisible que determinará la esencia misma de su voluntad.
El conocimiento de lo meta sensorial se transmite en la forma de una memoria ontológica que irá dominando y condicionando generación tras generación la psicología de los distintos grupos homínidos, hasta el punto en que el pensamiento religioso llegue a constituir un elemento socializador inseparable del ser que con el tiempo acabará alcanzando su plena humanidad.
El pensamiento religioso se manifiesta en la forma de rituales que constituyen expresiones de la intención que guía su vida, resultando que el mundo de los instintos que conforma su psicología animal, convive en su mente con el mundo de las intenciones profundas que empieza a conformarse en ella como una psicología paralela.
La intención que impulsa al ser dotado de esta facultad irá moldeando su mundo, y asentando las premisas sobre las que habrán de edificarse las futuras construcciones históricas que acabarán siendo asociadas a la naturaleza humana. Pero esta intención que habrá de conducirle hacia su plena humanidad no dejará nunca de coexistir con su instinto animal.
2.2.- El surgimiento del sentimiento sobre nuestra singularidad
Esta facultad que nace a consecuencia de la necesidad de socializar el universo meta sensorial que hasta entonces solo interioriza en su mente, va a conformar un signo característico de la inteligencia humana…, el de la capacidad de ocultar el verdadero propósito de nuestras acciones y engañar con ello a nuestros congéneres..
El modo en que el surgimiento de la intención va a repercutir en la naturaleza humana se manifestará en el desarrollo de la auto conciencia, y por lo tanto en el de la individualidad, que se ve favorecida por el desarrollo de un conocimiento íntimo que en última instancia solo atañe al portador de la misma..
La visualización de imágenes transfiguradas se va transmutando en pensamiento religioso en la medida en que esta interactúa con la intención cognitiva para transmitirlas y socializar al grupo, incidiendo de tal modo en su individualidad…, pero no aún en la consciencia sobre su singularidad.
La conciencia sobre la individualidad diluye lo múltiple en lo indivisible, pero no hace que el ser dotado de intención profunda en sus actos se sienta especial respecto al resto de animales con los que convive, pues su inteligencia le hace concebir seres sin forma poblando todas las cosas de la naturaleza.
Su latente memoria ontológica le hace sentirse conectado a la realidad transcendente que su cerebro ha recreado, y ese sentimiento de conexión es el responsable de que conciba su individualidad como un ente que aunque personalizado, se encuentra unido a un todo que abarca la naturaleza en su conjunto.
Su individualidad se manifiesta en las facultades de sus sentidos naturales, pero su inteligencia la concibe proveniente de la realidad paralela situada más allá de sus limitaciones sensoriales.
En un tiempo ignoto, la inteligencia y la espiritualidad que distinguían a los homínidos podían constituir facultades que desde su percepción se superponían la una a la otra, por lo que no había establecida diferenciación entre capacidad científica y pensamiento religioso.
Los homínidos que vivían fusionados con la naturaleza concebían una realidad poblada por seres y cosas que estaban habitadas por formas invisibles, tal como a si mismos se consideraban. Esta creencia les imposibilitaba entonces para reconocerse a si mismos como seres extraordinarios dotados de una singularidad única como especie en el mundo.
Si el hecho de sentirse habitado por un ser invisible hubiera sido la condición para discernir acerca de que en ello habría de residir la razón para considerarlo consciente de su singularidad en la naturaleza, no tendrían lógica que también hubiese discernido la mente homínida acerca de que tales seres invisibles debían poblar también la montaña, el árbol, el cuerpo celeste, o el animal..
El sentimiento sobre su singularidad debe haber derivado de su capacidad para superponerse a la naturaleza, no del hecho de poseer pensamiento religioso, que lo que hacía era precisamente sumergirlo en la consciencia de que a pesar de poseer personalidad individual, formaba parte de un todo indisoluble..
Pero ocurrió que en un momento de su devenir por el mundo, el homínido que se topó con el fuego encontró la forma de controlarlo.
El fuego no incidió en modo alguno en nuestro despertar a la consciencia transcendente, tal como algunas teorías acerca de la aparición de la religión sugieren, pues esta estaba ya despierta cuando el homínido logró dominarlo. Lo que este hecho supuso realmente para el ser que en un tiempo ignoto evolucionaría en el homo sapiens sapiens, fue el despertar a la consciencia de que con el conocimiento del control del fuego en sus manos podría llegar a dominar la naturaleza circundante.
Dotado de esta poderosa facultad, la mente homínida encontró la forma de imponerse a su entorno, y con ello la necesidad de dominio comenzó a formar parte de nuestras prioridades cerebrales.
El pensamiento religioso que hacía sentir a su poseedor que formaba parte de un todo con la naturaleza, se contaminó con el deseo de dominio que se fue desarrollando a partir del control del fuego, y ambos pasaron a fusionarse y confundirse en una única dinámica intencional que en el transcurso de nuestra evolución a pasado a formar parte de la información subyacente en nuestra memoria genética.
3.- Darwin y la genética evolutiva
3.1.- Bipedismo y prueba genética
East Side Story es el nombre de una teoría propuesta por el paleontólogo francés Yves Coppens en 1994 acerca del origen del bipedismo en los homínidos, conocido por la antropología como el primer paso en el camino de la humanización.
La hipotética secuencia de la hominización aceptada en la actualidad por el mundo académico comenzaría por el desarrollo de un proceso de bipedismo que surgiría en el este de África, teoría del East Side History, aunque descubrimientos de fósiles en otras regiones africanas alejadas del Rift podrían echar por tierra esta teoría. Pero hasta el presente, los antropólogos no han constatado que los fósiles localizados correspondan a verdaderos homínidos, razón por la que la hipótesis del East Side History sigue siendo la más válida para la antropología moderna.
“En 1986 los Científicos británicos James Wainscoat y Adrian Hill trabajaron usando agentes biológicos llamados enzimas para aislar cinco fragmentos de DNA de un gen responsable de la producción de parte de la molécula de hemoglobina de los eritrocitos. Ellos apuntaron los modelos distintos que esos fragmentos formaban en 600 individuos, incluyendo africanos, ingleses, indios, melanesios y thais. Surgió que los no africanos compartían un número de modelos comunes limitados, mientras que en los africanos se acentuaba un modelo no encontrado en otros grupos. Los científicos concluyeron que un pequeño grupo endogámico de africanos prehistóricos había dado lugar a todos los demás individuos del mundo.
Muchos seguidores de esta teoría creen que el hombre moderno apareció en Africa hace unos 100000 años, entró en Asia no mucho tiempo después, y hace 30000 años había alcanzado todos los continentes excepto la Antártida.
Los científicos norteamericanos Rebeca Cann y Mark Stroneking llegaron a conclusiones geográficamente similares estudiando genes mitocondriales, estudiando solo a las hembras. Esto implica que nuestra subespecie comenzó con una mujer en Africa hace 200000 años, mucho más pronto de lo que la evidencia fósil sugiere.”(1)
Esta es una referencia a los primeros estudios genéticos en torno a la aparición del hombre moderno que ya no hablan de homínidos bípedos, sino de verdaderos homo sapiens. Todos los estudios genéticos posteriores confirman la cuna africana no ya de los primeros homínidos bípedos, sino también además del homo sapiens sapiens.
Las investigaciones genéticas y antropológicas más recientes apuntan a una antigüedad en torno a los 200000 años para la aparición del primer grupo genéticamente humano en África.
Los hitos de la evolución humana están inmersos en brumas que solo permiten a los especialistas elaborar hipótesis en base a los datos paleontológicos, ecológicos, o genéticos de los que hasta el momento se tiene constancia.
La antigüedad del proceso de bipedismo habría comenzado hace unos tres millones quinientos mil años.
Parece ser que la primera actividad mediante la que los grupos de homínidos obtenían alimentos fue la de la recolección de plantas, seguida de la de hacer de carroñeros de la carne de animales muertos por los depredadores. La actividad cinegética habría aparecido muy posteriormente en la evolución humana. La principal actividad de subsistencia, la recolección de alimentos, habría sido sostenida por los individuos femeninos del grupo.
El Homo Habilis habría sido el primer homínido cazado, y evolucionando de este, el Homo Ergaster habría sido el primero homínido que hace en torno a un millón de años saldría de África y comenzaría a expandirse por otros continentes.
La evolución humana seguiría a su proceso en África, lugar donde acabarían surgiendo los primeros grupos de Homo Sapiens hace unos 200000 años, según la constatación de la huella genética. Los Sapiens comenzarían a salir del continente africano hace unos 100000 años, y con ellos la especie humana habría de extenderse por toda la extensión de la Tierra..
Acerca del origen del homo sapiens se han elaborado teorías que giran entorno a dos variantes, conocidas por la antropología como monogenismo y poligenismo.
La primera avalaría la hipótesis de que todos los Homo Sapiens tienen un origen común en una única pareja que habría tenido una existencia vital en algún un lugar del continente africano. La segunda avalaría la hipótesis de que distintos grupos de homínidos expandidos por toda la extensión de la tierra habrían evolucionado sin conexión alguna entre sí hacia el Homo Sapiens Sapiens. Según esta última hipótesis, este origen múltiple explicaría la distribución de la humanidad en grupos raciales.
El poligenismo ha sustentado en el siglo XIX tanto teorías racistas como de justificación moral y biológica de una jerarquía de clases. Sin embargo, las pruebas genéticas se han ido desarrollado en el sentido de avalar la primera de estas hipótesis.
Ya en las ponencias elaboradas en el VII Congreso Internacional de Biología y Antropología celebrado en Moscú en 1964, se acordó admitir que las diferentes razas se habían formado a partir de una sola especie de Homo Sapiens Sapiens, más sin que en esas ponencias se aclarasen el como y el cuando habrían se habrían gestado los distintos grupos de homo sapiens sapiens a partir de una pareja primigenia.
3.2.- El dilema de los homínidos de Dmanisi
En referencia al primer poblamiento homínido fuera de África, sería de destacar el caso de Dmanisi, que rompería la idea generalmente admitida entre la mayoría de los especialistas de que la primera migración de homínidos fuera del continente africano se produjo hace un millón de años aproximadamente.
Hace un millón novecientos mil años hubo un grupo de homínidos que podría haber salido de África siguiendo migraciones de animales. Sus descendientes se habrían establecido en torno a la actual localidad de Dmanisi, en la actual república transcaucásica de Georgia.
Pero esta migración de homínidos de hace, al parecer, un millón novecientos mil años, no parece tener solución de continuidad, en base siempre a los datos disponibles hasta el momento.
¿Es posible que esta supuesta primera migración de un homínido africano haya sido una excepción que no pone en entredicho la segunda migración, tal vez de hace un millón de años, como causa del definitivo poblamiento homínido del resto del planeta?..
Otra de las hipótesis que intenta abrirse paso a raíz del descubrimiento de los fósiles que se han bautizado como homo georgicus es la de la posible evolución del género homo a partir de una ubicación geográfica euroasiática.
Homo georgicus plantea para la ciencia un dilema fascinante que deja abiertos muchos interrogantes.
3.3.- Lamarckismo social
Quisiera aclarar que considero que hay una confusión respecto al término “darwinismo social”, frecuentemente utilizado para aludir a una teoría racista que preconiza que las leyes naturales inciden en las construcciones sociales elaboradas por los grupos humanos atendiendo a criterios raciales. Aunque el llamado darwinismo social hace referencia a una extrapolación racista y supremacista de las leyes naturales a las sociedades humanas, la inspiración para este pensamiento inhumano no tiene que ver con la obra de Darwin “El origen de las especies” (1859) y su teorización acerca de la evolución biológica, ni tampoco con su obra ““El origen del hombre, y la selección en relación al sexo” (1871).
El darwinismo social constituyó la elaboración intelectual de un ingeniero y pensador supremacista británico llamado Herbert Spencer (1820-1903), que no se inspiró en la obra de Darwin para construirlo, puesto que su teoría racista comenzó a exponerla en su obra ”La estática social” (1850), aparecida por tanto nueve años antes que la mencionada obra de Darwin. El pensamiento de este hombre si que estaba inspirado, según el mismo admitía, en la obra de un naturalista francés llamado Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet (Caballero de Lamarck (1744-1829), que fue quien antes que Charles Darwin formularía una teoría acerca de la evolución biológica, y utilizaría por vez primera el término “biología”.
Lo que ocurrió fue que ya desde su época, la obra de Darwin ensombreció a la de Lamarck, razón por la que la teoría racista de Spencer pasó a ser conocida como “darwinismo social”. Más en justicia habría que haberla llamado entonces lamarckismo social.
Todo lo dicho no quita para hacer dos puntualizaciones acerca de la obra de Charles Darwin.
La primera es que su obra “El origen de las especies”, que hablaba de animales y plantas, no de seres humanos, salvo en una excepción (2), solo fue una teoría que en su tiempo abrió nuevos campos de investigación, pero que hoy en día está absolutamente sobrepasada por los avances científicos que corroboran de manera irrebatible la certeza de la evolución biológica. La obra de Darwin solo es una teoría acerca de la evolución expuesta hace ciento cincuenta años; no es lo que hoy en día se entiende por teoría de la evolución biológica, una evidencia científica indiscutible en base a la contundencia de las pruebas paleontológicas, embriológicas, o genéticas, que poco tienen ya que ver con aquella teoría elaborada hace un siglo y medio.
La segunda es que realmente Darwin si que expresó en su obra pensamientos racistas y supremacistas, pero no fue en “El origen de las especies “, sino que lo hizo en su otra obra de innegable repercusión en el pensamiento científico de la época, “El origen del hombre, y la selección en relación al sexo” (1871).
3.4.- La teoría de la evolución según los autores clásicos
“El principio (arjé) de todas las cosas es lo indeterminado ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo”. (3)
Es el primer texto en prosa conocido. Su autor, Anaximandro, está considerado el primer teórico de la evolución. En su obra “Sobre la naturaleza”, explica la existencia de un principio indeterminado al que denomina arjé, compuesto a su vez por una materia indeterminada a la que llama ápeiron.
Según su teoría, en el ápeiron se habrían producido los procesos de separación de los contrarios, lo caliente de lo frío, o lo húmedo de lo seco, procesos que constituirían el origen de todas las cosas.
Relata Anaximandro que los primeros animales habrían surgido del agua o del limo calentado por el sol, luego del agua habrían pasado a la tierra. Continuaba su teoría explicando que los hombres habrían descendido de los peces. Estos principios fueron ampliamente debatidos y reformados por otros filósofos griegos posteriores a Anaximandro.
Podemos afirmar entonces que la base teórica del evolucionismo científico tiene pues su origen en las escuelas de pensamiento de la Grecia clásica.
Otro de los autores clásicos que teorizaron acerca de la evolución fue Aristóteles (384 a.c.-322 a. C.), quien escribió una obra conocida como “Escala de la Naturaleza” en la que explicaba su concepto de que todas las cosas vivientes tenían una jerarquía natural.
Las cosas inanimadas estarían en la base de esta jerarquía, luego vendrían las plantas, a continuación los animales, y finalmente el hombre como cumbre de la creación.
Este estado de jerarquía en la naturaleza es una idea aristotélica que pervivió en la creencia cristiana acerca de la Creación hasta el siglo XIX, e impregnó muchos estudios científicos hasta entonces.
Lucrecio, poeta y filósofo latino del siglo I a.c. está considerado otro de los teóricos clásicos de la idea de evolución biológica.
“Más como debe un término preciso
Tener la facultad engendradora,
La Tierra se cansó, como la hembra
Consumida de años, porque el tiermpo
Hace mude de faz el mundo entero,
Y un nuevo orden de cosas se sucede
Al primer orden necesariamente;
Ni siempre guarda un mismo ser su estado
Todo a la ley del cambio está sujeto;
Todo lo muda la Naturaleza,
Todo lo altera, todo lo transforma
Pues empobrece un cuerpo y se consume
A fuerza de años; otro crece y sale
A la verdad del cieno; de este modo
Todo lo muda el tiempo, y de continuo
Pasa la tierra de un estado a otro
Y pierde la energía que tenía
Por hacerse de nuevas propiedades..” (4)
Otros filósofos de la época clásica incidieron en la idea de resaltar que las formas vivas no son fijas sino que están sujetas permanentemente al cambio. Este es el principio esencial de la teoría de la evolución presente ya en las obras del pensamiento hace 26 siglos.
3.5.- El patrón genético común sufrió múltiples desviaciones evolutivas
La evolución biológica es considerada hoy en día por todo el mundo científico como una cualidad inherente a los seres vivos. No hay debate alguno en la comunidad académica sobre este asunto más allá de las reticencias expresadas por algunos círculos científicos impregnados de fundamentalismos religiosos. Aunque la negativa a aceptar la evolución como una realidad no proviene de una base argumental científica, sino de un enroscamiento defensivo en la creencia religiosa personal.
Existe el mito popularmente extendido de la que la evidencia científica acerca de la evolución humana lo que proclama es que el ser humano desciende del mono, lo que es una creencia errónea. Lo que viene a postular la evidencia de la evolución biológica, es que la línea humana y las diversas líneas evolutivas que desembocaron en la aparición de los primates superiores actuales, compartieron en un pasado ignoto una especia antecesora en común.
A raíz de este mito popular se me viene la importancia de destacar una evidencia científica digna de reseñar para nuestra comprensión mental del significado de la evolución: no se conoce contemporaneidad entre una especie moderna que sea antecesora de otra especie actual, siendo entonces que antecesores y sucesores no conviven en el mismo espacio temporal..
Hace millones de años primates superiores y homínidos comenzaron a separarse en linajes evolutivos diferentes. Según la prueba genética, los primeros primates en comenzar a escindirse del ancestro común, fueron los que acabarían dando lugar a los orangutanes, hace unos dieciséis millones de años, hace unos ocho millones de años comenzaron a escindirse del patrón genético común los primates que darían lugar a los gorilas, y hace unos seis millones de años, el patrón genético común se bifurcaría en dos linajes evolutivos separados, dando como resultado el que uno de estos acabase desembocando en los primates superiores actuales, y el otro en el homo sapiens sapiens u hombre moderno. Incluso en lo que respecta al linaje del que se derivaría el ser humano, la ciencia empieza a encontrar evidencias de que tampoco esta habría seguido, como tampoco lo haría la del linaje de los primates superiores, una única y homogénea línea evolutiva..
3.6.- Programación genética primordial
Cuando se produce la unión del gameto masculino y el femenino, se forma una célula que en biología se denomina cigoto, y que ya desde su génesis posee una determinada constitución genética programada que va a desarrollar una configuración fisiológica y psicológica resultado de la cual surgirá un ser indefectiblemente humano.
Esa inevitable programación genética del cigoto humano, fisiológica y psicológica, constituye una realidad primordial en nuestra naturaleza. Las características humanas están ya pues en estado latente desde el momento de la fecundación. Durante las distintas etapas del crecimiento humano, estas características tan solo sufrirán un proceso de desarrollo que estará condicionado por esa programación genética primordial.
La alteración de esta programación genética es lo que nos haría entrar en una dimensión evolutiva, tal como ha venido sucediendo desde hace millones de años, la cual podría potencialmente hacernos perder nuestra condición de homo sapiens sapiens, por lo menos fenotípicamente.
En toda manifestación aparente de los caracteres de un individuo (fenotipo), hay una serie de caracteres genéticos que se transmiten por herencia (genotipos) pero que pueden resultar también modificados por los efectos del medio ambiente (peristasis).
Estos últimos, la perístasis, no se transmiten en los caracteres hereditarios a menos que esos efectos medioambientales sean de naturaleza muy intensa, supuesto que podría darse a consecuencia de una exposición muy continuada en el tiempo a radiaciones denominadas ionizantes. Sería precisamente este tipo de radicación la que podría darse a consecuencia de la reducción de absorción de la radiación solar que se produjo a raíz del impacto medioambiental de la Glaciación Würm y sus consecuentes repercusiones en la biología humana.
Parece ser que este tipo de incidencia medioambiental de poderosa repercusión puede afectar a las células germinales, generadoras de los gametos tanto masculinos como femeninos, las cuales son las depositarias del material genético que será transmitido de una generación a otra. La naturaleza de la peristasis tiene fuerte repercusión en la transmisión del fenotipo, pero obviamente, con el condicionante de la exposición a una fuerte intensidad en un espacio de tiempo muy prolongado que habría de abarcar el transcurso de muchas generaciones.
Los aspectos fenotípicos de los diferentes grupos humanos están pues condicionados por la evolución y repercusión en el desarrollo biológico del sapiens de la peristasis, por lo que ni la estructura genética humana es pues eterna.
4.- Glaciación, selección sexual, y diversificación fenotípica
4.1.- La teoría de la selección sexual como origen de las razas humanas
El antropólogo estadounidense Jared Diamond indaga en la cuestión de la selección sexual en su obra escrita en 1991, “El tercer chimpancé”, y la propone como una posible causa a tener en cuenta en los procesos de diferenciación del color de la piel entre los diferentes grupos humanos. La selección natural sería otra de esas posibles causas.
¿Porqué las personas de distintos lugares lucen distintas? La selección sexual aparece como mejor explicación que la selección natural.
El origen de las razas puede rastrearse hasta diez mil años atrás, cuando los fósiles humanos de distintas áreas del planeta presentaban diferencias similares a las que se constatan hoy entre esqueletos de distintas razas.
La selección natural explica en cierta medida la variación genética de los humanos, como en el caso de la piel negra: esta protege mejor de las quemaduras solares y del cancer de piel. Pero la cosa no es tan simple: el cancer y las quemaduras provocan pocas muertes, y además se han encontrado humanos de piel negra en regiones con menos luz solar como en Tasmania, e inversamente hay regiones con mucha luz solar que tienen humanos de piel clara, como el sureste asiático o en centroamérica. Otras características como el color de los ojos y del pelo no tienen correlación alguna con la ubicación geográfica.
La selección sexual puede explicar mejor el desarrollo de rasgos arbitrarios en cuanto a que la especie seleccionará los genes que producen esos rasgos haciendo que los individuos portadores dejen más descendencia.
El interior de nuestro cuerpo, invisible a nosotros, ha sido modelado únicamente por la selección natural. La apariencia exterior en cambio está sujeta a la selección sexual. Las diferentes apariencias de las razas huamnas se fundamentan en las diferentes preferencias sexuales, que pueden haberse desarrollado inicialmente por el llamado “efecto del fundador”: cuando unos pocos individuos colonizan una región deshabitada, la población que desciende de ellos y ocupa ese territorio hereda las preferencias de sus antecesores, y se produce entonces una ilusión de causalidad entre área geográfica y apariencia física de las personas que la habitan. (5)
No existe actualmente consenso entre los especialistas al respecto de considerar la selección sexual como determinante en los procesos de diferenciación por el color de la piel en los humanos, pero diferentes expertos consideran que podría ser cierta esta hipótesis de Jared, teoría que Darwin solo esbozaría muy de pasada.
Darwin propuso tomar en consideración como otra de las causas de los procesos evolutivos la selección sexual, más se refirió a ella en el caso de los animales, no considerándola para el caso de los seres humanos, peso a que si hizo una breve consideración al respecto..
“La selección sexual podría dar cuenta de las diferencias raciales en los humanos: “Hemos visto que cada raza tiene su propio estilo de belleza (…) La selección de las mujeres más atractivas por parte de los hombres más poderosos de cada tribu, que en promedio criarían un mayor número de hijos, después de muchas generaciones modificaría en cierto grado el carácter de la tribu”. (6)
El propio Jared Diamond admite que aún hay mucho que debatir en torno a este asunto.
4.2.- Aculturación por la piel
El siguiente razonamiento no está entresacado de teoría científica alguna, pero según como yo lo percibo, para asumir la incidencia de la selección sexual en la aparición de grupos humanos con distinto color de piel, hay que tener en cuenta una serie de condicionantes.
El comienzo de la diversificación de grupos en orden al color de piel de sus integrantes comenzó a gestarse en un lapso temporal abarcado en el Paleolítico Superior, entre 40.000 y 30.000 años atrás.
Los grupos humanos de entonces se distribuían por la tierra en clanes nómadas que vivían ignorantes unos de otros, y que estaban constituidos por muy pocos individuos, en muchas ocasiones por menos de una decena. En este contexto no es difícil imaginar como la selección sexual podría tener incidencia en la cohesión de un grupo.
La simple diferencia de tonalidad de piel en algunos individuos podría generar rechazo en el resto del clan, lo que daría lugar a una marginación sexual en el seno del mismo, hecho que motivaría a los individuos de igual tonalidad de piel a unirse entre ellos. Se irían creando así una segregación étnica dentro del clan, que con el tiempo podría generar en la separación física de los grupos en base a la tonalidad de la piel.
Los clanes se irían así compactando por la semejanza en cuanto a la tonalidad de su piel. El nomadismo los impulsaría a alejarse cada vez más los unos de los otros, de modo que comenzarían a distribuirse por diferentes áreas geográficas. Sobre estos grupos nómadas irían a la vez incidiendo otros factores de naturaleza medio ambiental.
La tendencia del ser humano a unirse con individuos de su misma apariencia física es un hecho antropológico constatado; incluso en grupos culturales con la misma coloración de piel, es habitual que se produzca una aculturación separada de aquellos que la tienen más o menos clara que lo que es habitual en el seno del grupo.
La diferenciación por las tonalidades de la piel habría sido pues la primera causa de aculturación por separado de un grupo minoritario en el seno de una comunidad nómada, y motivo por tanto de la separación física primigenia acontecida en el clan.
4.3.- Origen psicológico del desafecto interhumano
Los clanes nómadas del Paleolítico Superior comenzaban a sufrir un proceso de segregación interna a medida que los miembros del clan se agrupaban entre sí en base al patrón determinado por la mayor o menor oscuridad de la piel. El rechazo sexual hacia los individuos de piel más clara conducía a la marginación de estos en el seno del clan, comenzando entonces estos individuos a constituir una minoría que cada vez más profusamente iba debilitando los nexos de unión psicológica con la mayoría dominante caracterizada por poseer una tonalidad de piel diferente a la de esa minoría cada vez más aislada y marginada en el seno del clan.
El hecho de verse forzados a la marginación dentro del clan provocaba que se replegasen sobre sí mismos, lo que a su vez motivaba el fortalecimiento de un sentimiento que les impelía a intentar interactuar cada vez más exclusivamente entre los individuos de su misma tonalidad de piel, fomentándose de tal manera el surgimiento de nexos de unión psicológica paralelos a los que predominaban entre el grupo dominante.
La minoría así marginada acabaría desarrollando un sentimiento de pertenencia a una comunidad que era manifiestamente diferente al sentimiento de pertenencia que mayoritariamente prevalecía en el seno del clan. La segregación final del grupo podría acontecer bien por la expulsión forzada del grupo minoritario por parte de la mayoría, o bien porque los individuos pertenecientes a la minoría decidiesen voluntariamente abandonarlo.
Los clanes acabarían así fraccionándose, y cada grupo por separado se cuidaría de conservar la pureza de piel de sus miembros. El proceso se repetiría de manera exponencial cada vez que en un clan iban apareciendo individuos de piel más clara o más oscura de lo que era lo habitual en el patrón matriz, resultando de ello que la tierra comenzaría a poblarse por clanes nómadas conformados exclusivamente por individuos de coloración cutánea semejante.
El nomadismo de las sucesivas generaciones los llevaría a colonizar la Tierra en toda su extensión, donde los factores medio ambientales se combinarían con el resultado social producto de la selección sexual.
La asociación de clanes de un mismo patrón de coloración cutánea en busca de factores que favoreciesen su supervivencia, conduciría a la humanidad a la superación de la estructura de clanes y a su agrupamiento en estructuras sociales tribales.
4.4.- Glaciación determinante
Los procesos geológicos que caracterizan al planeta Tierra tienden a reflejar un porcentaje de la radiación solar que esta recibe, hecho que necesariamente incide en los procesos biológicos que acontecen en el planeta
Durante la última Glaciación Würm, el porcentaje de radiación solar reflejado aumentó, lo que paralelamente provocó una disminución de la cantidad de radiación solar absorbida por la Tierra, y por lo tanto por los organismos que esta poblaban. Su incidencia repercutió así en el desarrollo del ser humano, especialmente en lo que se refiere a la repercusión que estos procesos biológico-geológicos iban a tener entre las poblaciones humanas que se asentaban en el hemisferio norte, zona geográfica fundamentalmente afectada por los efectos de esta glaciación.
Según la huella geológica, la Glaciación Würm puede haber comenzado hace unos 80.000 años, y terminado hace unos 12.000. Abarcó el período de desarrollo humano conocido como Paleolítico Superior, que tuvo lugar durante la segunda mitad de aquella glaciación. Los cambios climáticos extremos que caracterizaron este período casi llevan a la extinción a los clanes de Homo Sapiens, frenando bruscamente su vitalidad demográfica. Es en este contexto de clima extremo y reducción de la absorción de la radiación solar, donde periódicamente se van produciendo nacimientos de individuos con una coloración cutánea más clara que la del patrón matriz dominante hasta entonces en los clanes.
Con el final de la Cuarta Glaciación hace unos 12.000 años, se produce una eclosión demográfica de las comunidades humanas, y con ella una nueva oleada de migraciones que se expanden por toda la extensión de la tierra. Es entonces cuando se acentúan los procesos de distribución en áreas geográficas de grupos humanos diferenciados por su coloración cutánea.