El otro día, recibí una petición de parte de un hermano querido que quería realizar la peregrinación a Meca, me pidió si le podía expedir un certificado de Shahada. Mientras leía dicha petición, mi mente dio diez mil vuelcos. ¿Cómo puede un ser humano emitir un certificado de Shahada? ¿Cómo un ser humano puede ocupar el lugar de Dios y certificar la realización del alma de cualquier persona? Me entraron escalofríos, sólo de pensarlo. Mis pensamientos se dividieron, por una parte mi mente se debatía sobre lo ridículo que suena un documento para peregrinar a una tierra a la que la humanidad de los cuatro costados está invitada para compartir el mensaje de la Unicidad, tal como se le ordenó a Abraham según el honrado Alcorán.
Pero por otro lado, mi mente se debatía sobre cómo el ser humano es tan presuntuoso como para afirmar que ha alcanzado la Shahada. En ese momento me entró un sentimiento de tristeza e impotencia. Especialmente de cómo se ha alterado el significado tan profundo y tan trascendente de la Shahada, cómo se ha secado su sentido y su propósito hasta convertirlo en un mera frase que representa una formula mágica para ingresar en un club religioso.
En el honrado Alcorán la Shahada de la unicidad Divina es un estado de certeza, basado en un conocimiento consciente que sólo tres se encuentran en ese estado. El primero es Dios mismo, Él es el Shahiid (El que hace Shahada), en segundo lugar los poderhabientes, o llamados ángeles, su conocimiento y esencia les permite estar en estado de Shahada y en tercer lugar los dotados del conocimiento consciente.
Ser Shahiid sobre algo, es poder atestiguar sobre el mismo, es conocer sin lugar a dudas aquello sobre lo que se atestigua. Una persona que se presenta como testigo sobre cualquier evento, su testimonio sólo es válido si estaba presente con sus sentidos y consciente con mente y corazón sobre una realidad, evento o hecho.
Si le preguntamos al honrado Alcorán quiénes tienen la Shahada de la Unicidad Divina nos respondería lo siguiente en la aleya 18 de la Azora 3:
شَهِدَ اللَّهُ أَنَّهُ لَا إِلَٰهَ إِلَّا هُوَ وَالْمَلَائِكَةُ وَأُولُو الْعِلْمِ قَائِمًا بِالْقِسْطِ ۚ لَا إِلَٰهَ إِلَّا هُوَ الْعَزِيزُ الْحَكِيمُ
Dios es testigo de que ciertamente no hay/es divinidad excepto Dios, y así también los ángeles y los dotados del conocimiento, El que establece la equidad no hay/es más divinidad que Él, el Omnipotente y Omnisapiente.
Estos son los tres que el Alcorán afirma que están en un estado de Shahada, Dios, los Ángeles y los dotados de conocimiento consciente.
Y ¿Qué es el conocimiento consciente? es el conocimiento que emana de la Revelación, ya sea la Revelación a la que podemos acceder en nuestro estado primigenio o, como el Alcorán la llama la «Fitrah«, la Revelación manifiesta en la creación o la Revelación transmitida por los Mensajeros. El conocimiento consciente es percibido por un estado de consciencia del alma que nos permite ser receptáculos de dicho conocimiento, que nos permite ver y ser testigos de los signos del Absoluto en cada partícula de la creación, en cada instante y por su puesto en nosotros mismos.
¿Cómo este estado de consciencia nos hace acceder al conocimiento consciente?
El estado de conciencia o Taqwah hace que el conocimiento provenga de su fuente origina de la luz del conocimiento, de Arrahmán o Allah (el poder Absoluto que opera todas las fuerzas de la creación). Esto viene en Alcorán con una afirmación contundente no dejando lugar a dudas en la aleya 282 de la azora 2. Convierte a Dios en en nuestro Rab, es decir, en nuestro maestro y en nuestro Mu’al-lim, es decir, en nuestro enseñante.
وَاتَّقُوا اللَّهَ ۖ وَيُعَلِّمُكُمُ اللَّهُ ۗ وَاللَّهُ بِكُلِّ شَيْءٍ عَلِيمٌ
Tened consciencia de Dios y Dios os enseña y Dios es conocedor de todas las cosas.
Por lo que hace que la Shahada sea un proceso de vida, una realización del alma, es el camino de los Profetas y Mensajeros, pues todos ellos eran Shuhadaa’ (testigos del Absoluto). Nuestra Shahada sólo puede ser certificada por Dios, no por ninguna criatura presuntuosa.
La Shahada es un camino y un propósito del alma, una meta a alcanzar en la vida, no es una declaración de intenciones, ni un comunicado de aceptación, ni una fórmula que me permite ingresar en un club religioso. La Shahada es un estado en el que cae el velo y se manifiestan los signos del Absoluto como una epifanía.
Ojalá podamos hacer la Shahada en esta vida, ojalá seamos de los Shuahadaa’.