Saqar; lo que derrite el Alma
Si los castigos y recompensas tienen que ver con una vida en la eternidad, entonces habría que observarlos ya desde este mismo plano de la existencia. De hecho son varias las referencias coránicas que hablan de que el tiempo que pasamos en esta vida pasajera es en realidad parte de un día de otro lugar del que provenimos y hacia el cual irremediablemente nos dirijímos, por lo que esos castigos y recompensas pueden ser observadas ya desde este plano existencial. No quiere decir eso que el castigo o recompensa en esta vida vayan a ser perdurables pues Al-lah nos informa constantemente de que las malas acciones que llevamos a cabo pueden ser cubiertas y reemplazadas por aquellas que son reparadoras (saliha) ya que esta vida es una prueba de cómo nos desenvolvemos con aquello de lo que se nos provee; la vida misma, el intelecto, la razón, el oído, la vista, la lengua, la riqueza y el tiempo entre todas las demás gracias que son dadas en el don de la vida.
Para entrar en más detalle citaremos unas aleyas de la sura Al Muddazir, no de manera literal, pues como sabemos el Corán no es un libro al uso que pueda ser traducido palabra a palabra por su gran y profunda riqueza de significados, por lo que lo haremos en lo que entiendo de sus significados (estoy abierto al debate sano) en busca de comprender qué es el castigo y qué es la recompensa;
Cada ser humano recogerá el fruto de lo que ha hecho (38) aquellos que hayan alcanzado la rectitud (39) estarán en consecuencia en jardines y preguntarán (40) a aquellos que desoyeron su propia naturaleza (41) ¿Qué os ha llevado a derretir vuestras almas? (saqar) (42) Responderán; No éramos de los que hacían salat (no adherimos a nuestra conducta los valores divinos inscritos en nuestra naturaleza, oración incluida) (43) ni dábamos de comer al necesitado (no nos preocupamos de atender las necesidades ajenas) (44) y solíamos complacernos con lo banal, con todos aquellos que se complacían en ello (45) y descreímos del Día en que se nos mostraría aquello que hicimos (y claro…) (46) !hasta que nos llegó la certeza» (47).
Saqar tiene el significado de un viento en un día de extremo calor en el cual se exclama; !este viento hará derretir el cuerpo y el alma!.
Todos los valores coránicos están íntimamente relacionados con acción, es decir, pertenecen o expresan una conducta producto de una forma de entender el mundo y aquello que está oculto a nuestra percepción como seres humanos. Son los que indican que uno anda por la vida junto a un río de agua pura que fertiliza lo que se precisa. Y no es una cuestión de creencia religiosa sino una verdad inscrita en cada uno de los seres humanos y que todos conocemos( ¿al lauh al mahfud?). Pero el ser humano es de naturaleza olvidadiza y cuando ciertas cosas se olvidan y dan paso a otras donde se deposita la esperanza. El alma se resiente porque no reconoce. La honestidad, el honor, la gratitud, la entrega, la paciencia, el perdón…, Todo eso lo conocemos y en cierto modo queremos; !El mundo está mal por falta de valores!, es cierto; ¿y tú?.
Las descripciones del los tormentos y los placeres del Jardín funcionan como un termómetro que indica si se está cerca de la fiebre o se tiene una temperatura que no es ni fría ni caliente y en esta aleya, como en otras, indica qué es lo que hay que hacer para no derretir el alma manteniéndola a temperatura idónea para que continúe expandiéndose. Y para eso es requisito indispensable tener la predisposición a echar una mano siempre que se precise y dar al que «está tirado en el suelo».
Todos hemos experimentado alguna vez la satisfacción de ver cubierta una necesidad donde se ha sido partícipe y también la alegría de haber satisfecho una necesidad propia a través de otros, por lo que conocemos el efecto que tiene esa predisposición. De hecho, pocas cosas más necesitamos aparte de ayudarnos unos a otros y eso también lo sabemos y si hacemos eso que sabemos nuestro organismo, como si de un río se tratase fertilizará, producirá las hormonas necesarias para no tener que recurrir a psicofármacos porque lo hará con agua pura, es decir, por acciones que siguen un camino de manera recta, sin necesidad de «atajos».
El miedo a la pobreza es algo que padecen más seres humanos de los que podamos imaginar, una sutil artimaña que vela el estado de Iman que es el de sentirse a salvo y protegido en un lugar donde nada ni nadie puede dañarte sino solo Uno que es quien todo lo determina. Por lo que ese miedo lleva a una actitud de retraimiento en la desconfianza y la falsa autosuficiencia haciendo que el río se seque y anule su capacidad de fertilizar lo que se precisa. Un derretimiento del alma cuyo dolor se anestesia con lo banal y el placer inmediato y corto. A muchos les pasa que cuando se dan cuenta, no hay tiempo.
Quiera Al-lah proveernos de aquello que nuestras almas precisan y nos de la capacidad de fluir con ello en gratitud.