Hay ciertas partes del Corán narradas en forma de parábola sobre acontecimientos referidos a los profetas -sobre todos ellos derrame El Altísimo su Gracia-, así como sobre otras figuras expuestas lo largo del texto divino, con buenas cargas de simbolismo y que, a primera vista, resultan, un tanto extrañas en cuanto al contenido. Sobre estas historias se ha generado infinidad de explicaciones, muchas de ellas sacadas de las interpretaciones bíblicas, y son las que más han calado en el imaginario colectivo, tanto de musulmanes como de no musulmanes. Cuando el lector encuentra una de estas historias, en muchos casos se ve transportado, automáticamente, a épocas donde la magia y los milagros se daban por doquier, aunque luego, en el mismo Libro, el «transportado» a tales épocas también leerá llamadas constantes a la observación de la naturaleza y sus inmutables leyes como parte del proceder divino.
Una de estas narraciones es la bien conocida y repetida historia del profeta Musa -Al’lah lo mantenga en su Luz-. Es el relato que nos ocupará en esta ocasión. Para ello usaremos las traducciones de Isa García, la cual nos aportará más claridad a lo que tratamos de exponer, así como la de Muhammad Asad (nombre original Leopold Weiss).
«Te narro parte de la verdadera historia de Moisés y del Faraón, para la gente que cree. (3) El Faraón fue un tirano en la Tierra. Dividió a sus habitantes en clases y esclavizó a un grupo de ellos, a cuyos hijos varones degolló, dejando con vida a las mujeres [para la servidumbre]. Sembró la corrupción. (4) Quise agraciar a quienes habían sido esclavizados en la Tierra, y convertirlos en líderes ejemplares y en herederos (5)» «Sura Al Qasas» (I. García)
Algo hay en la historia de Musa, si la analizamos según las interpretaciones mayoritarias o de mayor consumo en nuestra época, que nos lleva a ese mundo fantástico recién mencionado.
Esto parte de un hecho, de una acción, cuya comprensión es clave. Veamos:
• «Dijo [el Faraón]: «Si has traído un milagro, muéstramelo si eres sincero». (106) Entonces arrojó su vara, y ésta se convirtió en una serpiente real. (107)» «Sura Al Aaraf» (I. García)
«Pero le revelé a Moisés: «Arroja tu vara», y [al transformarse en serpiente] se tragó [la ilusión que los hechiceros] habían hecho. (117) Entonces quedó en evidencia la verdad y la falsedad de lo que [los hechiceros] habían hecho. (118) Y fueron vencidos [los hechiceros] quedando humillados. (119) Pero los hechiceros se prosternaron. (120)» «Sura Al Aaraf» (I. García)
Sin entrar en las palabras traducidas y añadidas -más adelante entraremos en ellas con más detalle- ahora iremos directos a esa acción, pues es la que va a colocar las cosas en su sitio. Como vemos, en la aleya 107 de «Al Aaraf», el «¡Tira tu Vara!» y su posterior conversión en serpiente, forma parte de la traducción, mientras, en el versículo 117 de la misma sura, se incluye entre corchetes. Vamos primero a ver qué es lo que señalan las aleyas sobre esa vara o bastón, y después leeremos qué analizan algunos exégetas sobre ella.
«Entonces arrojó su vara, y esta se convirtió en una serpiente real (107)» «Sura Al Aaraf»
«Entonces [Moisés] arrojó su vara, y ésta se convirtió en una serpiente auténtica (32)» «Sura Ash Shu’araa»
«[Moisés] arrojó su vara, y ésta se tragó sus ilusiones (45)» «Sura Ash Shu’araa»
Como observamos, en las tres ocasiones donde se relata que Musa -Al’lah le bendiga- tira su vara, en dos de ellas la vara se vuelve «Mubiin» –مُِّ ب ن–. Esto está claro, es explícito, evidente. En otra ocasión esa vara se traga todas sus ilusiones, «engaños» como traduce Asad, o «sus mentiras» como transcribe Julio Cortés, y González Bórnez lo traduce como «engulló inmediatamente lo que ellos habían transformado».
En estas escenas, el ya Mensajero Musa -sobre él la paz- arroja su vara ante Firaon, los dirigentes y ante quienes los traductores y el imaginario colectivo entienden como «magos».
• Según el tafsir «Tanwir Al Miqbas» (atribuido muchas veces a Abdalah ben ‘Abbas aunque incluso los propios eruditos de hadices rechazan tal autoría), esa serpiente tenía color amarillo, era macho y de tamaño enorme.
• El tafsir «Al Yalalain» (de «Los Dos Yalal’addines»: Yalal’addín Al Majali y Yalal’addín As Suyuti ) os dice «Luego arrojó su bastón y ¡he aquí! era una serpiente manifiesta para que todos vieran una serpiente enorme».
• En el comentario de Ismael ben Kazir sobre la aleya 107 de «Al Aaraf», nos expone lo siguiente: «una serpiente (Zu’ban) manifiesta se refiere a «la serpiente macho». As Suddi y Ad Dahhac hablaron de manera similar. Un informe de ben ‘Abbas dijo: “¡y he aquí! Era una serpiente (Zu’ban) manifiesta!”. “Esta zu’ban se refiere a serpientes macho. La serpiente abrió su boca y se dirigió hacia Firaón para tragárselo, colocando su mandíbula inferior sobre el suelo y su mandíbula superior alcanzaba la (parte superior de) la pared del palacio. Cuando Firaón vio la serpiente, se asustó, así que saltó y se mojó, y nunca antes de este incidente se había mojado. Gritó: ‘Oh Musa ¡Quítamelo y creeré en tí y te entregaré a los hijos de Israel!’. Entonces Musa, la paz sea con él, lo tomó y volvió a ser un bastón”’».
Cabe decir que, en los diccionarios y léxicos, cuando la palabra «zuban» o «thuban» –ٌ۬عۡث ب ن– se transcribe como serpiente (y no es su único significado) se emplea para describir una serpiente, sea macho o hembra, por lo cual la elección de esa serpiente bastonera como macho, ¡pues macho! no se sabe a qué se debe. No son pocos los exegetas que han interpretado estas aleyas de igual manera, convirtiendo esa escena en una especie de fábula. Por lo tanto nos damos ya por satisfechos al exponer sólo una pequeña parte de toda una literatura fantasiosa.
«Inspiré a la madre de Moisés: «Amamántalo, y cuando temas por él déjalo [en un cesto de mimbre] en el río. No temas ni te entristezcas, porque te lo devolveré y lo haré un Mensajero». (7)» «Sura Al Qasas» (I. García)
Resulta del todo inverosímil que Al’lah quiera mostrarnos, en las historias que más reitera en Su Corán, que los mensajeros y profetas –en este caso Musa y Harún-, los cuales entregan su vida, o al menos se la juegan, por difundir la Verdad, lo hagan en base a magias. ¿Qué mundo era ese donde, para convencer a las gentes, era necesario hacerlo a través de la magia, con serpientes amarillas, machos y enormes? ¿Son esos los profetas y mensajeros que nos sirven de ejemplo para la humanidad? ¿Quién en nuestro mundo sabe cómo provocar que un bastón se convierta en serpiente (amarilla, grande y macho) para, de esta manera, convertirnos en seguidores fieles del gran profeta Musa?.
Veamos qué más podemos encontrar en el Corán de esa vara o bastón. En la siguiente aleya es Al’lah quien pregunta a Musa:
«¿Qué es lo que tienes en tu diestra? ¡Oh, Moisés!» (17) Respondió: «Es mi bastón. Me sirve de apoyo, y con él vareo los árboles para que mi ganado coma [de su follaje], además de otros usos». (18) Dijo [Dios]: «Arrójalo, ¡oh, Moisés!» (19) Lo arrojó, y este se convirtió en una serpiente que reptaba. (20) Dijo [Dios]: «Recógela y no temas, pues la volveré a su forma original. (21) Introduce tu mano en tu costado y saldrá blanca, resplandeciente, sin defecto alguno. Ese será otro milagro. (22) Te he mostrado algunos de Mis mayores milagros. (23)» «Sura Ta Ha» (I. García)
Aquí vemos como ese bastón le sirve al amado Musa de apoyo, y también como utensilio para dar de comer al ganado. Esa palabra, «ahushu» –أَ هُ شُّ – traducida como vareo, tiene también el significado de algo que vivifica, da alegría, gozo. Al parecer esa vara o bastón tenía también para el futuro Mensajero otras utilidades.
Pero vayamos por partes: si la séptima aleya de la «sura Al Qasas» expresa que, desde niño, ya se sabe qué va a ser, no que ya lo sea, sino que El Altísimo hará de él un Mensajero, hemos de seguir el curso de su vida mostrado por el Corán para tratar de comprobar dónde, el futuro Mensajero Musa, aprende el arte de convertir bastones en serpientes, para eso vamos a pasar directamente a:
«Cuando se convirtió en adulto y tuvo madurez, le concedí conocimiento y sabiduría. Así es como retribuyo a quienes hacen el bien. (14)» «Sura Al Qasas» (I.G)
Ya tenemos una pista en cuanto a que «al Hukmu wa al Ilman» -la sabiduría y el conocimiento- le fue dado a Musa como recompensa de su buen obrar, ligando, de esta manera, la obtención de esos beneficios a la acción, aunque no obstante, no sabemos si en esa sabiduría y conocimiento están el poder convertir una vara en una serpiente.
Continuando con la vida de Musa:
«[Recuerda] cuando Moisés dijo a su fiel servidor: «No desistiré hasta que llegue a la confluencia de los dos mares, aunque esto me lleve muchos años». (60) Pero cuando alcanzaron la confluencia se olvidaron del pescado al que Dios resucitó y emprendió milagrosamente el camino hacia el mar. (61) Y cuando cruzaron más allá [de la confluencia] dijo [Moisés] a su servidor: «Trae nuestra comida, que nos hemos agotado con este viaje». (62) Dijo: «Cuando nos refugiamos junto a la roca, allí me olvidé del pescado. Solo el demonio pudo hacer que me olvidara de contarte que milagrosamente saltó y emprendió el regreso hacia el mar». (63) Dijo [Moisés]: «Esa es la señal que buscábamos», y regresaron sobre sus huellas. (64)»
«Encontraron a uno de Mis siervos [Al Jidr] a quien había agraciado con Mi misericordia y enseñado ciertos conocimientos [que Moisés no poseía]. (65) Le dijo Moisés: «¿Puedo seguirte para que me enseñes la guía que se te ha enseñado?» (66) Respondió: «No tendrás paciencia conmigo. (67) ¿Cómo podrías tener paciencia con algo que desconoces?» (68) Dijo: «Si Dios quiere, verás que seré paciente y no te desobedeceré». (69) Dijo: «Si me sigues, no me preguntes sobre lo que hago hasta que te haga mención de ello». (70) Entonces partieron hasta que abordaron un pequeño barco [y cuando llegaron a la costa] le hizo un boquete. Dijo [Moisés]: «¿Has hecho un boquete para que se ahoguen quienes [viajen] a bordo? Has cometido algo grave». (71) Dijo: «¿No te había dicho que no tendrías paciencia conmigo?» (72) [Pero le respondió Moisés:] «Disculpa mi olvido, y no me sometas a una prueba difícil». (73) Entonces partieron hasta que se encontraron con un joven al que mató. Dijo [Moisés]: «¿Has matado a una persona inocente sin que él haya matado a nadie? Has hecho algo terrible». (74) Dijo: «¿No te había dicho que no tendrías paciencia conmigo?» (75) Dijo [Moisés] «Si volviera a preguntarte acerca de algo después de esto, ya no me admitas como compañero [de viaje], te habría dado excusa suficiente». (76) Partieron hasta que llegaron a un pueblo y pidieron a sus habitantes que los alimentaran, pero se negaron a darles hospitalidad. Luego encontraron en el pueblo un muro que estaba a punto de derrumbarse, y [Al Jidr] lo reconstruyó. Le dijo [Moisés]: «Si hubieras querido, podrías haber pedido una paga por ello». (77) Dijo: «Aquí nos separamos. Pero te informaré sobre la interpretación de aquello con lo que no tuviste paciencia. (78) En cuanto al barco, pertenecía a unos pobres que trabajaban en el mar, y lo quise averiar porque detrás de ellos venía un rey que se apoderaba por la fuerza de todos los barcos [que estuvieran en perfectas condiciones]. (79) En cuanto al joven, sus padres eran creyentes y supe [por inspiración divina] que él les induciría al desvío y la incredulidad. (80) Quiso su Señor concederles en su lugar otro hijo más puro y bondadoso. (81) En cuanto al muro, pertenecía a dos jóvenes huérfanos del pueblo. Debajo de él había un tesoro que les pertenecía. Su padre había sido un hombre piadoso y tu Señor quiso que, cuando alcanzaran la madurez, encontraran el tesoro, como una misericordia de tu Señor. Yo no lo hice por iniciativa propia. Ésta es la interpretación de aquello sobre lo que no tuviste paciencia». (82)». «Sura Al Kahf».
Estas narraciones también se dan como hechos y se han interpretado como tal, poniendo incluso nombre del siervo de Al’lah –observen como Al Jidr se injerta entre corchetes- al cual Musa, en su camino para llegar a ser un Mensajero de Al’lah, sigue para que le muestre su conocimiento. E incluso se ha indagado cuáles son esos dos mares referidos.
Veamos que dicen los glosadores sobre este asunto:
• En el tafsir «Tanwir Al Miqbas» dice: «Luego Al’lah mencionó la historia de Moisés con Jidr. Sucedió que a Moisés se le ocurrió que no hay siervo sobre la faz de la tierra que tenga más conocimiento que él. Y entonces Al’lah le dijo a Moisés: «Tengo un siervo en la tierra que es más obediente a Mí y tiene más conocimientos que tú, y este siervo es Jidr». Moisés dijo: «¡Oh Señor! Guíame hacia él». Él dijo: «Lleva contigo pescado salado y camina por las orillas del mar hasta que encuentres una roca en la que está la fuente de la vida. Rocía un poco de agua sobre el pescado hasta que vuelva a la vida. Allí encontrarás a Jidr». . Al’lah dijo: (Y cuando Moisés le dijo a su siervo) su siervo era Shajardah Joshua ben Nun, un noble israelita. Era su siervo en el sentido de que le hacía compañía y le servía: (no me rendiré hasta llegar al punto donde se encuentran los dos ríos) donde el agua del mar se encuentra con el agua del río, es decir, donde el Golfo Pérsico y el Mar Mediterráneo reunirme (aunque sigo adelante durante años) o continuaré durante años.»
• El tafsir «Al Yalalain» glosa: «Y mencione cuando Moisés hijo de Amram ‘Imrān le dijo a su muchacho Josué hijo de Nun Yūsha’ bin Nūn, quien solía seguirlo, servirle y adquirir conocimiento de él: ‘No me rendiré, no dejaré de viajar hasta haber alcanzado el unión de los dos mares, el punto donde el mar Bizantino y el mar Pérsico se encuentran más allá del este, aunque sigo avanzando durante mucho tiempo antes de llegar a él, si es que está lejos.»
Como vemos en el «Miqbas», se atribuyen revelaciones a Musa por parte de la Divinidad que no constan en el Corán, lo que resulta bastante extraño y, es más: sin indicación alguna de dónde obtiene el exegeta tales revelaciones o inspiraciones. Lo mismo ocurre con el nombre tanto del siervo que acompaña a Musa como del maestro al cual pide acompañar para que le muestre conocimiento. En cuanto a los dos mares, vemos que tanto uno como los otros dos narran cosas distintas.
«[Moisés] ingresó cierta vez a la ciudad sin que sus habitantes se percataran y encontró a dos hombres que peleaban, uno era de los suyos y el otro era de sus enemigos. El que era de los suyos le pidió ayuda contra el que era de sus enemigos. Entonces Moisés lo golpeó con su puño y [sin intención de hacerlo] le causó la muerte. Exclamó [Moisés]: «Esto es obra del demonio, que es un enemigo evidente que pretende desviar a la gente». (15) Dijo: «¡Señor mío! He sido injusto conmigo mismo; perdóname». Y [Dios] lo perdonó, porque Él es Absolvedor, Misericordioso. (16) Dijo: «¡Señor mío! Por la gracia que me has concedido, que no sea yo auxiliador de un malhechor criminal». (17) A la mañana siguiente amaneció temeroso y cauteloso, y quien le había pedido ayuda el día anterior nuevamente le pedía auxilio a gritos. Entonces Moisés le dijo: «No cabe duda que eres un perdido [busca pleitos]«. (18) Cuando [Moisés] quiso agredir al enemigo de ambos, éste le dijo: «¡Oh, Moisés! ¿Acaso pretendes matarme como lo hiciste con otro ayer? Solo quieres imponer tu tiranía en la tierra, en lugar de ser de aquellos que establecen el orden». (19) Entonces, un hombre que vivía en las afueras de la ciudad se dirigió presuroso [hacia donde Moisés] y le dijo: «¡Oh, Moisés! La nobleza se confabuló para matarte. ¡Huye! Yo solo te aconsejo». (20) Presuroso, Moisés se alejó de la ciudad con temor y cautela, diciendo: «¡Señor mío! Protégeme de los opresores». (21)» «Sura Al Qasas»
Veamos de nuevo qué nos cuentan sobre esta historia los exegetas;
• El tafsir «Al Yalalain» comenta sobre esta aleya 15 del «Sura Al Qasas»: «Y Moisés entró en la ciudad de Menfis, ciudad de Faraón, habiendo estado ausente de ella por un tiempo, en un momento en que su gente no se daba cuenta de la hora de la siesta de la tarde, y encontró allí a dos hombres peleando, uno de su propia facción contra otro, es decir, un israelita y el otro de su enemigos, es decir, un egipcio que estaba explotando a un israelita para llevar leña a la cocina del faraón. Entonces, quien era de su facción le pidió ayuda contra quien era de sus enemigos, y Moisés le dijo: ‘¡Déjalo en paz!’ y se dice que respondió a Moisés así: ‘¡Realmente estoy pensando en hacerte llevar esta leña!’. Entonces Moisés le dio un puñetazo, es decir, lo golpeó con el puño cerrado. Moisés era un hombre fuerte con un golpe poderoso y lo eliminó, es decir, lo mató, pero no tenía la intención de matarlo. Lo enterró en la arena. Él dijo: ‘Este asesinato de él es obra de Satanás que incita mi ira. De hecho, es un enemigo del hijo de Adán, un claro engañador de él’.»
• El tafsir «Al Miqbas»: «(Y entró en la ciudad en un momento de descuido de su gente) cuando su gente estaba preocupada, a la hora de la siesta, y se dice después de la oración del Ocaso, (y encontró allí) en la ciudad (dos hombres peleando, uno de su propia casta) de la casta de Moisés, es decir, un israelita, (y el otro de sus enemigos) de los enemigos de Moisés, es decir, un copto; (y el que era de su casta) La casta de Moisés (le pidió ayuda contra el que era de sus enemigos) Los enemigos de Moisés. (Entonces Moisés lo golpeó con el puño y lo mató. Él dijo) Moisés dijo: (Esto es obra del diablo) por orden del diablo. (¡Mira! Es un enemigo, un simple engañador) cuya enemistad es bastante manifiesta. Y sintió remordimiento por haberlo matado.»
De nuevo se indican cosas como el nombre de la ciudad, el momento en el cual se comete esa acción, bien sea a la hora de la siesta, a mediodía, o justo después de la oración del ocaso y el enterramiento en la arena del desdichado, ¿De dónde surge toda esta información? Del Corán seguro que no. Continuemos;
«Y cuando se encontraba camino a Madián dijo: «¡Pueda que mi Señor me guie por el camino correcto!» (22) Cuando llegó a la aguada de Madián, encontró pastores dando de beber a sus rebaños, y vio que apartadas de ellos había dos mujeres que sujetaban a sus rebaños, entonces les preguntó: «¿Qué les sucede?» Respondieron [ellas]: «No podemos abrevar a nuestro rebaño hasta que los pastores se hayan ido, y nuestro padre es ya un anciano [para hacerlo él]«. (23) Entonces [Moisés] abrevó al rebaño por ellas, y al terminar se retiró a la sombra y exclamó: «¡Señor mío! Realmente necesito cualquier gracia que me concedas». (24) [Más tarde] una de ellas regresó y acercándose a él con recato le dijo: «Mi padre te envía una invitación para retribuirte por haber abrevado nuestro rebaño». Y cuando se presentó ante él, le relató su historia, y [el padre de las dos mujeres] le dijo: «No temas, [aquí] estás a salvo de los opresores». (25) Una de ellas dijo: «¡Oh, padre! Contrátalo, pues qué mejor que contratar a un hombre fuerte y honesto». (26) Dijo [el padre de las dos mujeres a Moisés]: «Quisiera ofrecerte en matrimonio a una de mis dos hijas a condición de que trabajes con nosotros durante ocho años, pero si deseas quedarte diez será algo que tú hagas voluntariamente. No pretendo dificultarte las cosas, y me encontrarás, si Dios quiere, entre los que tratan con justicia [a sus empleados]«. (27) Dijo [Moisés]: «Eso es [un acuerdo] entre tú y yo. Cualquiera que sea el plazo que cumpla no será injusto conmigo, y Dios es testigo de lo que decimos». (28)» «Sura Al Qasas»
Apertura que da paso al inicio de una nueva etapa, continuando con la misma sura «Al Qasas»:
«Cuando Moisés hubo cumplido el plazo, partió con su familia por la noche [rumbo a Egipto] y [en el camino] divisó un fuego en la ladera de un monte y le dijo a su familia: «Permanezcan aquí, pues he divisado un fuego y quizás pueda traerles alguna noticia [del camino que debemos seguir], o bien una brasa encendida para que podamos calentarnos». (29) Cuando llegó hasta el fuego escuchó un llamado que provenía desde un árbol que se encontraba en la ladera derecha del valle, en el lugar bendecido: «¡Oh, Moisés! Yo soy Dios, el Señor del Universo. (30) Arroja tu vara». Y cuando la vio moverse como si fuera una serpiente, se dio vuelta para huir sin mirar atrás. [Le dijo Dios:] «¡Oh, Moisés! Acércate y no temas. Tú eres de los que están a salvo. (31) Introduce tu mano por el cuello de tu túnica, y saldrá blanca y resplandeciente sin ningún mal; y aprieta tu brazo junto al pecho para vencer el temor. Éstos son dos milagros de tu Señor para [que vean y crean] el Faraón y su nobleza. Ellos son un pueblo corrupto». (32) Dijo [Moisés]: «¡Señor mío! He matado a un hombre de los suyos y temo que me ejecuten. (33) Mi hermano Aarón es más elocuente que yo, envíalo conmigo para que me ayude y confirme lo que yo diga, pues temo que me desmientan». (34) Dijo [Dios]: «Te reforzaré con tu hermano y les daré autoridad. No podrán hacerles daño. Gracias a Mis milagros, ustedes dos y quienes los sigan serán los triunfadores». (35)» «Sura Al Qasas» (I.G)
Si nos percatamos, en esta traducción que surge, como hemos visto, de las interpretaciones de mayor consumo en estos tiempos, se quiere dar a entender que tanto el bastón -o la vara- con capacidad de convertirse en una serpiente, como la mano blanca tras pasarla por la túnica, son dos de los milagros que usa Al´’lah para convencer a los corruptos, y es aquí donde esa historia comienza a narrarse en un mundo de fábula que enmascara aquello que nos pretende enseñar, pues si la Verdad ante la tiranía se muestra convirtiendo bastones en serpientes, entonces “estamos apañaos”.
Por otra parte, no son milagros lo que informa el Corán original, sino signos, “ayats”, mensajes como traduce Muhammad Asad, y no es lo mismo un signo que porta un mensaje inmutable que un milagro que no se puede repetir. No son iguales la esperanza y la impotencia, como tampoco son equivalentes la realidad y la fantasía. Hasta aquí, con tan sólo unas pocas aleyas narradas por exegetas y una traducción inducida por esa misma narrativa donde incluyen información que no se sabe ciertamente de dónde la sacan, vemos cómo esta historia tan importante y tan repetida acaba convirtiéndose en una fábula digna de «Las Mil y Una Noches» pero no de una Escritura Divina.
De momento vamos a detenernos aquí en cuanto a la historia del profeta Musa, para tratar de ver qué es eso de la vara, bastón o como quiera traducirse. Al-lah inspira a su mensajero Musa: «Tira tu bastón» – لْأَ كَ ص اَ عَ قِ –
Veamos lo que dice Edward W. Lane en su Léxico:
– أْل قى َعَصاُه –
[literal: Arrojó su bastón] es decir, se quedó, y descansó, y cesó de viajar habiendo llegado a su lugar: Se aplica a aquel para quien un asunto se ha vuelto adecuado y que, por tanto, lo ha mantenido. O hizo firmes las estacas de su tienda, y plantó su tienda, o se quedó, como aquel que ha regresado de su viaje.
– هُصاَعَ عَفَرَ –
[literal: Tomó su bastón] significa dejó de permanecer en un lugar donde se había establecido, o partió.
Esto mismo se puede encontrar en lo dicho por Zayd’Uddín Ar Razi y Abu Musa Al Madini, entre otros muchos, lo que muestra que hay constancia que la expresión «¡Tira tu bastón!» es realmente una expresión en sentido figurado que pretende mostrar algo distinto a lo que, a primera vista, parece, y no algo textual como se ha interpretado desde tiempos bíblicos y que, de manera bastante sorprendente, ha calado en la interpretación de un Libro que afirma ser enviado, entre otras cosas, para mostrar la verdad que hay en las revelaciones anteriores. Se ha hecho todo lo opuesto: interpretar el Corán en base a la Biblia. También hemos de reseñar que la época en la cual comienzan a ser escritos los relatos es el mismo periodo del auge de la literatura fantástica persa.
En cuanto a la serpiente; Zu’ban, tiene en los léxicos el sentido de hacer fluir, dejar correr, dar rienda suelta. Como se ve, esa inspiración, que Al’lah tuvo a bien inspirar a su Mensajero, no tenía que ver con una vara o un bastón. Muhammad Asad -Dios le tenga junto a los bienaventurados- aclara en su obra «El Mensaje del Qur ́an» que hay expresiones y giros idiomáticos típicos de la Arabia de esa época que hemos de tener en consideración para comprender ciertas aleyas, hecho que, parece, ha pasado de largo para muchos analistas, quienes han tomado unas expresiones figuradas como una literalidad, a la cual han tratado de dar unas explicaciones que no tienen lógica, y que promueven considerablemente la idea que, en esos tiempos proféticos, los milagros eran el pan nuestro de cada día, presentando un mundo idílico que provoca añoranza, mientras, en cambio, se asienta la creencia que este periodo, el tiempo en el cual nos ha tocado vivir, es el peor de todos.
Si nos atenemos a lo que nos expone el señor Lane en su léxico, en cuanto a que se aplica para quien se ha vuelto adecuado un asunto y que, por tanto, lo ha mantenido, y ese fluir, o dejar que corra libremente, como explicación de Zu’ban o la serpiente, entonces la coherencia se hace patente, haciendo que esta historia tenga sentido en el mundo real, éste donde nos encontramos y aquel donde se encontraban Musa, Faraón y el resto de actores, pues las inmutables leyes divinas son como han sido siempre sin que exista nada que pueda alterarlas. Musa ha estado preparándose o, más bien, se le ha estado preparando para ser un Mensajero de Al’lah, se encuentra en ese momento con todas las condiciones adecuadas para exponer el conocimiento recibido y mostrar la Verdad y poner, de esa manera, en evidencia la falsedad del discurso faraónico. Figuradamente, ahora hemos sido nosotros quienes hemos “Tirado la Vara” para que llegue la claridad y la fábula desaparezca. No es vanidad, sino un deber tratar, en la medida de lo posible, de expulsar de la mentalidad del creyente que los tiempos idílicos donde los Milagros se daban por doquier, impide ver los paralelismos con el tiempo que están viviendo en la actualidad, pensamiento que lleva, en muchísimos casos, a un sentimiento de impotencia y no pertenencia alguna en el devenir social actual. Ese mundo de fábula ha tenido y tiene grandes –y graves- consecuencias, por haber llevado tantas mentes a la confusion. Es decir: hoy vivimos una muestra clara de esa “magia” que exhibían los magos de esta historia.
En cuanto a ese bastón, no es el único pasaje donde lo usa el profeta Musa, sino que ese bastón -o vara- seguirá utilizándose en dos ocasiones más;
«Le inspiré a Moisés: «Golpea el mar con tu vara», y el mar se dividió en dos. Cada lado [del mar] se asemejaba a una enorme montaña. (63)» «Sura Ash Shu ́araa»
«Y [recuerden] cuando Moisés rogó a su Señor agua para que bebiera su pueblo, le dije: «¡Golpea la roca con tu bastón!» Entonces brotaron de ella doce manantiales, y supo cada tribu en cual debía beber [y les dije] «Coman y beban del sustento de Dios, y no abusen en la Tierra corrompiéndola». (60)» «Sura Al Baqarah»
En estas ocasiones no se le dice que tire su vara, pues no tiene que enfrentarse a nadie ni mostrar la verdad ante la falsedad, sino «¡Golpea con tu vara el mar!» y «¡Golpea con tu vara la roca!». Si tenemos en consideración que la vara o el bastón no son más que expresiones para mostrar aquello donde Musa se apoya en su camino al conocimiento y que este saber tiene varios usos como indican las aleyas 18-23 de la sura «Ta Ha», podemos llegar a la conclusión que tanto el mar abierto tras el golpe de la vara, como los manantiales que surgen tras el golpe de la vara en la roca, no son otra cosa sino simbolismos y no actos literales, y aunque no podremos descartar que ambas confluyan, sí es cierto que el conocimiento que encierra no se halla en su literalidad. Esto nos lleva a preguntarnos si ese conocimiento en el cual se apoya Musa tiene la capacidad de separar, literalmente, en dos el mar y hacer también que surjan, de una roca, doce manantiales para dar de beber a su gente o, más bien, indican que, en ese primer golpe, Musa emplee el conocimiento que dispone para sacar de esa tierra a los Banu Isra ́il, y el siguiente paso sea para instruir a su gente en la variedad de vías de acceso a lo divino.
Como hemos escrito, parece del todo inverosímil que estemos leyendo un relato de magia y, ya que tan atrevidos han sido muchos en interpretar estos Signos divinos en forma de fábula, me atrevo a exponer lo extraído por un servidor de tales relatos:
– Musa -sobre él la paz- crece en un entorno propicio para adquirir sabiduría y discernimiento, envuelto por el amor de su madre propia así como el de la mujer de firaón, quien lo desea como hijo, algo que provoca un entorno apacible donde pueda crecer, sin más necesidad que las surgidas por su propia naturaleza humana.
– En su juventud anhela llegar a “la confluencia de dos mares”, lo cual, a mi parecer, se refiere a la confluencia de los dos conocimientos: el mundanalmente útil y aquel que está fuera de la percepción meramente humana («ghaib»), el conocimiento de lo Divino, puesto que, y esto no hay que perderlo de vista, se trata de un hombre al cual se está preparando para ser el Mensajero de Al´’lah y llevar a cabo una importantísima y delicada misión, como es enfrentarse a la cúpula del sistema establecido, basado en la iniquidad, y poner a salvo a los creyentes, algo que requiere de una mente de gran capacidad tanto en el conocimiento de la Realidad como el “técnicamente” necesario para dirigir unas masas en su éxodo, hasta conducirlos a tierra segura, lo que incluye, por ejemplo, el conocimiento de las rutas que deben seguir. Si observamos que la vara tiene el uso de alimentar al ganado al tiempo que se ha criado en un entorno político selecto, se puede deducir que Musa ha obtenido el conocimiento de cómo dirigir una comunidad.
– En su deseo de obtener conocimiento acompaña a un sabio, que bien puede tratarse de una inspiración y no un individuo, pues ese siervo se despide del relato coránico con: «Yo no lo hice por iniciativa propia. Ésta es la interpretación de aquello sobre lo que no tuviste paciencia». Ese siervo le enseña que, en el mundo, ocurren sucesos que a los ojos humanos parecen ser catastróficos mientras que en la Realidad, en una esfera fuera de nuestra percepción y entendimiento, tienen un alto sentido para mantener el equilibrio –«Al Qist»- como parte fundamental del mantenimiento de la creación.
Entre las aleyas que hablan sobre esto, de manera más clara y concisa, encontramos una en la sura «Al Hadid» aleya 22. Hemos de tener siempre muy presente que el Corán reitera las cuestiones, una y otra vez de manera distinta, siendo unas formas de mostrar el asunto o varios puntos, las que explican las otras, a la vez que todas ellas adquieren más profundidad.
– Queriendo ayudar a uno de los suyos, mata a un hombre de un puñetazo y a punto está de cometer de nuevo esa acción, situación que se repite, quizás, para que nosotros comprendamos que los profetas eran seres humanos afectados por los instintos o sentimientos “viscerales” que caracterizan nuestra especie, tal y como muestra también el Corán con otro profeta, quien “hasta el mismísimo gorro” de su gente, renegó de su misión, y un tercero, el cual se dejó consumir por sus confusiones mentales, pero aún así Al’lah les escogió, les guió y les convirtió en mensajeros porque Al’lah da a quien Él quiere. Y esto no tiene, necesariamente, que ver con el cómo quiera ser la persona, o crea que deba ser, circunstancia que vemos se esclarece cuando, en otras partes del Corán, los notables de su ciudad ponen en entredicho al profeta Muhámmad -sobre él la paz-, al no reunir éste las características y posesiones que tales dirigentes consideran requisitos para ser profeta. «No os las deis de puros» (o «No se las den ustedes de puros») nos advierte Quien nos creó. Este hecho es crucial para entender otro asunto que trataremos en un nuevo capítulo.
– Ya huyendo por las consecuencias que pudieran resultar para él un acto abyecto del cual se siente profundamente arrepentido, a disgusto se dirige a otra tierra, donde encuentra a dos mujeres apartadas del resto, a quienes ofrece su servicio de manera natural. Aquí también hay una enseñanza oportuna que, como en otros pasajes del Corán, muestra que los profetas, esos que son un ejemplo a seguir, cuidaban de aquellos a quienes el discurso oficial suele marginar o invisibilizar y, en este caso, se trata de mujeres a quienes tantas veces el Corán llama a tratar como iguales, ya que la tendencia es otra. Este hecho hace que encuentre un hogar y pueda formar una familia, es decir, tras el acto abyecto que había cometido y su posterior arrepentimiento, recibe de parte de la Divinidad una salida favorable pues ese arrepentimiento se ve reflejado en su obrar, pues Al’lah recompensa a quienes hacen el bien. Nada es gratuito y su precio es el esfuerzo, la yihad.
– Viajando de noche, y junto a su familia, ve un fuego y allí se encamina para obtener guía o algo de provecho. Ahí tiene el encuentro con lo divino, en ese viaje a través de la oscuridad (israa). Esto lo trataremos en el siguiente capítulo.
– Al’lah se dirige a él, Se presenta y para tranquilizarlo le pregunta qué es lo que lleva en su mano: un bastón. Aquello en donde se apoya en su camino y que le ofrece, asimismo, beneficios materiales, a lo cual Al’lah le pide que exponga su conocimiento, y una vez que comienza, amplía su conciencia hasta llegar a quedar exhausto, y vuelve a su estado natural, pero esta vez con una visión mayor de las cosas. Esto se asemeja a la historia no coránica del encuentro del profeta Muhammad -sobre él la paz- con Yibriil, donde se le muestra el contenido del Corán, el cual le va a ir inspirando paulatinamente durante veintitrés años. Una enseñanza práctica que saco de este acto, es el de mostrar, primero, el conocimiento que ya se tiene a Al’lah, reflexionar teniendo presente Su cercanía para ir ampliándolo, pues la inspiración y la enseñanza divina no cesa.
– Se da por sentado que vuelve a tomar su bastón, ahora tomado con una dulce blancura, un conocimiento sin mácula ni duda que le permitirá seguir el camino al amparo divino.
– A Firaon le gusta mantener la segregación de clases porque, al ser él mismo quien dispone de mayor dominio, se hincha como un pavo real hasta llegar a creerse el sustentador altísimo. Por ello provoca, hasta la saciedad, mayores divisiones sociales, y cuantos más peldaños establece, mayor es su altura y engreimiento, y mayor rédito obtiene de su discurso al hablar y tratar con desprecio de quienes ha colocado en el último peldaño. Todos y cada uno de esos grupos tienen asignados sus propios voceros, es decir, cada taifa, clase, colectivo o sector, maneja el discurso establecido por el poder, hasta hacerles creer que es ahí donde deben estar, suministrándoles, a su vez, aquello que les va a generar más necesidad, apremio que puede manifestarse incluso cuando han obtenido todas las pruebas de la verdad, como se observa en el reproche de Musa cuando le piden otras cosas como cebollas, pepinos… el profeta vino a decirles: si a ustedes no les gusta lo que ven, vayan ustedes a donde encuentren eso que, con tanta, insistencia están pidiendo. Un discurso penetrante que alcanza todos los rincones, de cuestionar el discurso establecido o creer en otra cosa sin permiso, ha sido motivo para cortar todos los medios que pueda tener quien cuestiona lo establecido.
Y ésa es, precisamente, la propuesta divina a todo ser humano: cuestionar hasta alcanzar la certeza y ésta deviene tras el último hálito: por eso los profetas son ejemplo de anti-sistema opresor, ese «establecimiento» que divide, que segrega, que pisotea los derechos fundamentales, que se aprovecha de otros, que usurea y donde, todo eso, acaba siendo asumido, «normalizándose» en la sociedad al constituir la práctica diaria y el discurso habitual, donde todos los miembros de esa sociedad reproducen lo mismo según su posición.
Musa usa la vara de nuevo para sacar a su gente de la opresión y vuelve a usarla de nuevo para que se nutran espiritualmente. Musa enseña lo que ha aprendido, el conocimiento mundano útil y el necesario para mantener el alma sosegada.
-Esto ocurre antes de conducir a su pueblo hasta tierra segura donde, de nuevo, golpea con su vara el mar para abrir paso a quienes viajan desde la oscuridad (Bani Israiil), por lo cual ese «¡Golpea con tu bastón el mar!» de la aleya 63 de la sura «Ash Shuar‘aa» lo entiendo como: «usa el conocimiento que tienes para buscar una salida de esta tierra para banu isra ́iil» es decir, trata del conocimiento práctico para cosas de esta vida pues Musa ha vivido toda su vida en esa tierra y la conoce, y ha aprendido a manejar masas.
– Ese bastón vuelve a emplearlo de nuevo para golpear una roca donde brotan doce manantiales, y en donde cada uno supo en cual debía beber. Esta vez un servidor entiende que, ese golpe con la vara, está relacionado con el conocimiento de lo divino, el cual tiene muchas puertas, distintos caminos que confluyen en Uno. Distintas vías de acceso a la realidad divina, tal y como el Corán muestra en otras muchas aleyas e, incluso, con el nombre de una sura: «Al Maarich» o «Las Vías de acceso», y también cuando le comunica al Mensajero Muhámmad -sobre él la paz- que Le ha revelado -y con ello a nosotros- tan sólo los nombres y hechos de unos profetas mientras que otros los ha ocultado, siendo la enseñanza práctica: como la tolerancia hacia otras tradiciones.
– Esta historia continúa con otras dos cuestiones donde, nuevamente, atendiendo a los mismos exegetas, hacen del relato algo que lleva a la confusión y que, sin duda, provienen de los relatos bíblicos: el maná y las codornices, y el Becerro de oro «E hicimos que las nubes os dieran sombra y os enviamos el maná y las codornices [diciéndoos]: “Comed de las cosas buenas de que os hemos proveído como sustento.” Y [todas sus transgresiones] no Nos causaron ningún perjuicio, sino que pecaron [sólo] contra sí mismos. (57)» «Sura Al Baqara».
¿Qué es el Maná? ¿Un alimento que caía del cielo todos los días?. Veamos que dicen los exegetas al respecto a estas aleyas del maná y las codornices.
• El tafsir «Al Yalalain» nos glosa: «E hicimos que la nube te cubriera, es decir, te protegimos con finas nubes del calor del sol mientras estabas en el desierto; y enviamos en ellos las nubes sobre vosotros, maná y codornices, que son respectivamente un tipo de cítrico conocido como turunjabīn y codorniz…»
• Mientras el tafsir «Al Miqbas» atribuído a ben ‘Abbas: «(E hicimos que la nube blanca os cubriera con su sombra) en el desierto (y enviamos sobre vosotros miel y codornices)…»
Hasta aquí vemos que dan por hecho que ese maná es un alimento, aunque escogen distintos “menús”: unos dicen que es tarunjabin o un tipo de cítrico; y el otro que consiste en miel. En cuanto a las codornices, dan por sentado que se trata efectivamente de tal ave. No obstante, esas palabras árabes denotan aquello que trae consuelo y calma. Más adelante, los viajeros que han salido con Musa de las tierras de firaon, recriminan al profeta que no pueden tolerar un solo tipo de comida:
«Y [recordad] cuando dijisteis: “!Oh Moisés! Ciertamente, no podremos soportar una sola clase de alimento; pide, pues, a tu Sustentador que haga brotar para nosotros algo de lo que la tierra produce, como hierbas, pepinos, ajos, lentejas y cebollas.” [Moisés] dijo: “¿Vais a cambiar lo que es mejor por algo [mucho] peor? ¡Volved humillados a Egipto y tendréis lo que pedís!” Por esto, la miseria y la humillación se abatieron sobre ellos, e incurrieron en la condena de Dios: todo por empeñarse en negar la verdad de los mensajes de Dios y en matar a los profetas contra todo derecho: y todo por rebelarse [contra Dios] y empeñarse en transgredir los límites de lo correcto. (61)» «Sura Al Baqara».
– Entiendo que no se trata únicamente de esos alimentos en sí, sino más bien del abuso del conocimiento para fines banales, y aquello que produce el “Becerro de oro”, cuyo significado, en árabe, es aquella ganancia inmediata pero efímera, lo que diríamos una ganancia desprovista de «baraka», de bendición, eso, cobra más sentido si se tiene en cuenta la condena divina por las prácticas de usura. Para ello, Musa -Al’lah le bendiga por su paciencia-, conmina a esos desagradecidos a volver al Misr de donde se les ha rescatado. Y, por cierto, Misr suele entenderse como Egipto puesto que a ese hermoso país se le empezó a llamar así en árabe, pese a no existir indicio alguno histórico (ni coránico) del paso de Musa por esas tierras, aunque eso nada descarte tampoco. Misr es también una gran ciudad, una metrópoli. Tal atribución es, exclusivamente, consecuencia de otra suposición -una más- de origen bíblico.
Una vara que se arroja y luego se vuelve a tomar para golpear con ella en lo que se tiene necesidad. Un conocimiento útil que desnuda la falsedad exponiendo la verdad, y que no se da por hecho, sino se deja incrementar sin dejar la vara en el suelo, porque ya le dijo a aquel que se dirigió a Al-lah, desde la oscuridad de noche: «Solo Yo soy Dios».
Musa es el Mensajero que comenzó a formar adalides y sucesores de su mision, porque ésta no cesa, porque firaón no es un personaje circunscrito a un momento histórico, sino la constante realidad social y política. Musa adquiere las condiciones necesarias para dirigir; quien reúna los dos conocimientos dispone de un hermoso ejemplo como lo fue para aquel a quien se le inspiró. Paz para los Mensajeros.
Por ello la historia de Musa no es una fábula: es más bien un punto de inflexión, un cambio de la realidad profética, una nueva era como ya antes ocurrió con el ser adámico y luego con el profeta Nuh e Ibrahim. La historia de Musa tiene un trasfondo realmente revelador. Aquí nos hemos dedicado a retirarlo de la fábula para traerlo al mundo real. Pero tomamos de nuevo la vara para seguir caminando sobre los significados que la Escritura Divina nos ofrece. En el siguiente capítulo hablaremos, ojalá, de la nueva era que trae el Mensaje de Musa.
Excelente comentario a las vivencias de Musa, Dios lo tenga en su intimidad. Como todos los profetas, es imposible no sentirse tocado por su autenticidad y humanidad que se siente tan próxima, como que una quisiera darle apoyo y animarlo.
Muy bien razonado y explicado lo de los sentidos figurados en el honrado Alcorán. Hay en él una buena colección de ellos. Y si no fuera por el prejuicio de que por fuerza ha de ser un libro cabalístico, tendría que saltarnos a los ojos que algo que, si lo interpretas literalmente no tiene ni pies ni cabeza es que por fuerza ha de ser una frase hecha o un giro idiomático.
Por otra parte en el honrado Alcorán se hace mucho hincapié en la verdad, en que la verdad es el sustento de todo. Esa serpiente que se traga a las otras serpientes es la verdad que se traga a las mentiras, por una razón muy sencilla y es que la mentira no es, es algo qu eno es, no ha sido y nunca será, por lo tanto nada puede descansar en ella y si algo llega a descansar en algo es por fuerza en la verdad porque no hay otra cosa. Esa es la «magia» del buen musa, el hallar el camino de hacer ver la verdad hasta le punto de que ya los presentes no puedan tolerar la mentira, y para eso hace falta haber hecho mucho camino desde las figuraciones y las convenciones mundanas. Eso, autentiticidad, verdad, el sello de los profetas.
Otra cosa es la vara. La vara en general, como el cetro de los reyes, es un signo de autoridad. Dios da autoridad a sus profetas, figurada o literal los profetas siempre detentan la vara de la autoridad dada a ellos por Dios. La autoridad más segura.
Verdaderamente, es un privilegio gozar de la compañía de los profetas como nos acompañan en el honrado Alcorán.
Magnífico regalo el que haces con este texto, Abdulmalik.
Muchas gracias por tus bonitas y alentadoras palabras querida Carmen.
Cada uno de esos profetas nos trae algo con lo que poder mejorar nuestras vidas, ¿Cómo no amarlos?. Creo y estoy convencido de ello, que esta historia del querido Musa fue para nuestro también querido Muhammad una fuente de inspiración y un espejo donde ver su realidad y la de sus gentes. Reflexionarla a los ojos de la actualidad es hacer lo mismo que hizo Muhammad, Al-lah le de su Gracia y paz, porque es justo lo que la Divinidad nos pide, que reflexionemos este Corán. Podemos acertar o no, si acertamos, ese acertamiento nos viene del Wadud, si no acertamos, se manifestará el Ghafur, así que lo tenemos todo a nuestro favor. Le mando un fuerte abrazo, salaam.
Pues si, hermano, todo es ganancia con el honrado Alcorán. Alhamduli-lah