Mucha gente en todo el mundo esta soliviantada e incrédula ante lo que se hace en Palestina. Podríamos decir ante lo que sucede en Palestina, pero estaríamos desfigurando la realidad. Los sucesos, que ocurren por sí solos, no tiene por qué alarmar, pero lo que se hace y a la escala y con la persistencia que se hace no es que tenga que alarmar, es que es un aviso clarísimo de que todos somos liquidables si estorbamos lo suficiente.
Los palestinos han estorbado lo suficiente al no largarse de su tierra con viento fresco y al no habérsela dejado libre y sin trabas al invasor europeoide que el Imperio Británico decretó que debía asentarse allí para asegurar el poderío imperial en el oriente medio y en el medio de la nación árabe.
Andando el tiempo, con los acuerdos de Oslo parece que se consiguió remansar por un tiempo las ansias imperial-sionistas, porque, apretando gradualmente las tuercas a los palestinos que no se había conseguido echar de su tierra todavía, sí se conseguiría en un plazo no demasiado largo deshacerse de ellos. Pero, pasados casi dos decenios y pico de los Acuerdos de Oslo, la bromita ya empezaba a durar demasiado, de manera que se procedió a apretar todavía más las tuercas y a cometer a diario una colección de crímenes que pudieran, por una parte, ir liquidando palestinos sin levantar demasiada polvareda, y, por otra, hacer huir a todos los demás, porque sencillamente, los reductos a los que los han reducido en su propia tierra no son capaces de sostenerlos. Ni los propios palestinos deberían poder sostener la letanía de torturas cotidianas (militares, jurídicas, criminales, geográficas, inmobiliarias, arquitectónicas (piénsese en los más de 700 kilómetros de muros de hormigón armado de 8 metros de altura que encierran a los palestinos en reductos cerrados), burocráticas y un larguísimo, etc. a las que los someten los ejércitos de toda índole que el sionazismo despliega contra ellos, sean soldados, sean colonos armados y con licencia para matarlos, despojar de casa y tierras, destruir sus hogares, secuestrarlos, etc. sean funcionarios del estado o de los municipios, sean simplemente gente particular que quiera desfogarse con ellos. Simplificando, a los palestinos de cualquier sexo y edad hay licencia para hacerles de todo, incluido matarlos.
Pero ni siquiera con tanta licencia parecía que se fuera acabar con ellos en lo inmediato y, la verdad sea dicha, ya hace falta tener mala idea para resistirse tanto a desaparecer y dejar todo libre a los simpáticos invasores sionazis, hay que comprender a estos. Se imponía, pues, abreviar. No sabemos qué o cómo hubieran hecho los imperial-sionazis para aplicar ya de una vez la solución final que era su idea desde el mismísimo principio de la creación del estado sionazi, porque, por otra parte, la parte palestina, también veía que no existía ni la más mínima intención de respetar ni un solo derecho suyo. Ni uno. De ahí, por supuesto, el retorno a la lucha armada, a pesar de su dificultad estando en un régimen de represión tan omnipresente y absoluto y con la total bendición y sostén de los imperiales.
De ahí que el 7 de octubre, las líneas de actuación se perfilaran claramente. No se podía seguir yendo poco a poco, ni incluso mucho a mucho. Había que acabar con la peste palestina ya. Ya.
Entonces, todo este vaivén de horrorizarse por el genocidio de los palestinos es para los imperial-sionazis absolutamente ocioso. La decisión es firme, la sentencia a muerte o eliminación de los palestinos de cada centímetro de su país es firme. Se ejecutará. Eso ya está zanjado desde hace mucho y todos los aspavientos y rasgamientos de vestiduras mundiales pueden irritar al asesino imperial-sionazi, pero no modifican un ápice su resolución de genocidio total ni disminuye la prisa con que lo quieren ejecutar sino todo lo contrario. Todo lo que dure será excesivo.
Ahí es donde estamos. La sentencia es firme y no se va a vacilar por parte de nadie. Vemos la firmeza con la que el colectivo político anglosajón se retuerce para disimular una pizca, pero en cuanto a parar la matanza no titubea ni disimula un ápice fuera de esa pizca. Está todo decidido. Parece que lo que más los retrasa es en ocasiones la falta de bombas o de munición. En cuanto a los adláteres del imperio, europeos y otros clientes, tienen muy poco que decir y lo poco que tienen que decir ni lo dicen, salvo la pizca esa del disimulo. Sí, hombre, sí, por Dios, como vamos a seguir dando a la UNRWA esos fonditos que debíamos darle si ya nuestro amo sionazi ha dado una excusa (excusa ¿eh? no motivo ni razón ni prueba ninguna, faltaría más, excusa y date por contento) para negar la mezquina contribución que es en lo que ha quedado la gran responsabilidad del sistema de las Naciones Unidas para con los refugiados de Palestina, porque fueron esas Naciones Unidas las que dieron su visto bueno para que los sionazis convirtieran a millones de palestinos en refugiados y por lo que en primer lugar asumieron a su cargo el sostén de los refugiados de Palestina hasta que pudieran retornar, sí, retornar.
Y, visto lo anterior ¿esperamos todavía la más mínima decencia por parte de imperial-sionazis y adláteres? No va a haber ninguna, ninguna -asumámoslo- a menos que alguien los obligue a mostrarla. Decencia puede quedar y queda en todos los pueblos del mundo que, día sí y día también, se manifiestan, se mueven o sencillamente sufren por este sufrimiento de gente sin culpa y encima difamada. Y muy bien hecho, porque lo que se hace a los palestinos se le puede hacer a cualquier, incluso a los que por no ser árabes, ni musulmanes ni tercermundistas, se creen al abrigo de ello. A cualquiera se le puede poner una etiqueta de terrorista o de criminal para liquidarlo cuando estorbe (amigo Assange). Es facilísimo y todos sabemos que hay profesionales e instituciones estatales para eso. Todo se puede justificar si se monta la operación con profesionalidad o, por lo menos, con la suficiente astucia.
Esperemos que, como ha sucedido hasta ahora, por más que hagan mucho daño y causen mucho sufrimiento, los imperial-sionazis sigan fracasando y los santos palestinos sigan ganándose coronas de gloria y agradecimiento del resto del mundo. Cada día aguantado es una derrota para el imperio antihumano sionazi. ¡Que Dios dé fuerzas y permita que pronto termine este calvario!