Un año de genocidio, 365 días de terror, masacres e impunidad. Es un año más para el pueblo palestino de resistir a la limpieza étnica, al régimen de apartheid, a la violencia, la deshumanización y el genocidio que el ente israelí viene imponiéndole desde hace más de 76 años.
Alrededor del mundo, las muestras de apoyo con el pueblo palestino han ido en aumento, como así también las críticas dirigidas contra el régimen colonial israelí. Entre crimen y crimen, la ofensiva genocida sionista se ha ido tornando cada vez más cruel y mortífera. Ya no es suficiente la Franja de Gaza para saciar el apetito sádico de Israel y sus aliados, van por más, van por Cisjordania, por Yemen, por Líbano, por Siria, por Irak… y en nombre del “derecho a defenderse” asesinan, destruyen, mutilan, violan, desaparecen.
A un año del comienzo de este genocidio, Israel y sus aliados insisten en esta mentira del derecho a defenderse. La Carta de las Naciones Unidas supone que los Estados miembros “son amantes de la paz” y aceptan las obligaciones emanadas de la misma; Israel, desde su incorporación en 1949 no ha cumplido con dichas obligaciones, sino que ha violado sistemáticamente diversos principios y resoluciones del derecho internacional. El respeto por los derechos humanos, por la libre determinación de los pueblos y el deber de abstenerse a recurrir a la fuerza contra otros Estados -sin la autorización del Consejo de Seguridad- parecen ser un mero conjunto de palabras sin sentido para el régimen genocida israelí.
Dentro de su propio territorio, los Estados están habilitados a repeler un ataque en pos de proteger su población civil, pero el detalle que Israel pasa por alto impunemente una y otra vez es que esta acción de legítima defensa no asiste respecto a los territorios que ocupa, sino que por el contrario, su principal obligación es la de mantener protegida a la población ocupada. En este sentido, la Corte Internacional de Justicia ha sido clara en su dictamen de opinión consultiva de julio de este año cuando se expidió sobre la cuestión de la ocupación que Israel mantiene sobre el territorio palestino. Israel como potencia ocupante no puede alegar que los ataques militares llevados a cabo en Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental o los Altos del Golán responden al derecho a legítima defensa. Y en cuanto a los ataques perpetrados contra los países vecinos, Israel también viola el derecho internacional, porque las acciones militares ejercidas por Yemen, Irán, Líbano, Siria, Irak son respuestas –contraataques- a la agresión israelí.
Desde hace 365 días vemos un genocidio en vivo y en directo: Israel asesina, daña, tortura imponiendo condiciones de vida insoportables para destruir a los palestinos. Toneladas exorbitantes de explosivos son arrojados por los aviones del ente genocida sin pausa, día tras día impide que la ayuda humanitaria llegue. Toda una sociedad colona vocifera con odio un discurso antipalestino que los “desciviliza” para poder asesinarlos masivamente sin diferenciar civiles de combatientes. Esto nos muestra la dimensión colectiva que conlleva este crimen contra la humanidad, esta forma de exterminio masivo que no tiene sostén en el argumento de la legítima defensa.
Defenderse no es torturar.
Defenderse no es imponer castigos colectivos.
Defenderse no es violar prisioneros.
Defenderse no es bombardear escuelas, hospitales, mezquitas e iglesias.
Defenderse no es ejecutar niños.
Defenderse no es bloquear ayuda humanitaria.
Defenderse no es encarcelar y asesinar periodistas, médicos y trabajadores humanitarios.
Defenderse no es dejar morir bebés prematuros en un hospital atacado y vaciado.
Defenderse no es obligar a desplazarse a los palestinos una y otra vez.
Defenderse no es atacar a los judíos que se oponen al régimen.
Defenderse no es explotar dispositivos electrónicos asesinando a civiles.
Defenderse no es burlarse y humillar.
Defenderse no es destruir cañerías de agua… ni matar animales… ni destrozar olivos…
A un año de la operación revolucionaria por la libertad de Palestina “Diluvio Al-Aqsa”, debemos como seres humanos reconocer que el pueblo palestino está legitimado por el derecho internacional a resistir la ocupación, que la resistencia es lícita y tiene derecho a la lucha armada y que los Estados del mundo deben apoyar y ofrecer su ayuda a este pueblo que combate contra la dominación y ocupación sionista, contra el apartheid y contra el genocidio.
¿Cuántos más deben ser asesinados? ¿Cuántas invasiones más deben soportar los pueblos de Oriente Medio? El ente israelí debe ser condenado por estos crímenes y sus aliados también. Este régimen colonialista debe ser desmantelado y sus colonos deben abandonar estos territorios. Palestina, Líbano, Yemen, Irán, Siria, Irak tienen derecho a la paz y a la libertad.
Gracias, Melina, por otro gran artículo. Estamos ante algo tan elemental como distinguir entre blanco y negro o entre algo y nada. Si ante esto no sabemos o no podemos rebelarnos y salvarnos del caos y el crimen, entonces es que ya no hemos ido de este mundo y de todos los mundos. Es una verdad y no retórica que Palestina SÍ somos todos.