Tras más de sesenta días de genocidio en Palestina, con muertos esparcidos por doquier, donde no hay quien pueda enterrarlos y están a merced de la putrefacción, o como alimento para aquellos animales que han podido sobrevivir; con ejecuciones y crímenes de guerra televisados y en directo, con niños eliminados en masa, con enfermos sentenciados a muerte por la destrucción de hospitales y la ausencia de medicamentos… Es un recuento que no termina, día a día, no deja de incrementarse, superando ya los diecisiete mil muertos y más de cuarenta mil heridos; decenas de periodistas asesinados por la maquinaria de ejecución militar de Israel; decenas de médicos y enfermeros ejecutados con bombardeos; más de la mitad de las viviendas destruidas; los colegios, entre los primeros objetivos militares de la maquinaria de la muerte; las mezquitas e iglesias reducidas a escombros, así como otros edificios, culturales e históricos…
Toda la población marchando en un éxodo sin precedentes, formando columnas humanas desorientadas, sin saber a dónde huir, porque allí hacia donde se dirigen les aguarda la traición de las bombas inteligentemente guiadas. La resignación se apodera de los padres que no pueden proteger a sus hijos, y los hijos se resignan porque ya no tienen padres. La sombra de la hambruna y la inanición acecha por todas partes, la ausencia de sanidad, agua y medicamentos ha despertado el monstruo de las epidemias y enfermedades. Ninguna obra de terror puede describir el horror de este panorama donde la conciencia humana ha muerto.
El cinismo es la principal característica que representa la maldad de los actores implicados en este genocidio.
El pueblo palestino es una víctima que se encuentra entre auténticas machacadoras de puro cinismo. Por un lado, el cinismo del asesino de masas, envuelto en su mitología sionista, ignora todo el dolor y la barbarie, y hace uso de su maquinaria mediática para que todos tengan que comprender y justificar su supuesta vendetta contra la organización que él mismo ha creado a finales de los años ochenta para dividir la resistencia palestina. Los ministros israelíes prácticamente han agotado el diccionario de la barbarie. Ministros que han propuesto usar bombas nucleares contra Gaza, otros han afirmado que los Palestinos no son seres humanos sino animales, otros han sentenciado ante todos los medios de comunicación del mundo que Israel no dejará pasar ni comida, ni bebida, ni medicamentos ni combustible a la población palestina en Gaza.
En cuanto al cinismo de los líderes de Hamas. Los pobres combatientes que dan su vida por defender su tierra ignoran por completo qué otro monstruo los está usando y manejando desde los lujosos hoteles de Doha (Qatar) justo al lado de la mayor base aérea de oriente medio de EE.UU y Gran Bretaña.
La base de Al Adiid se encuentra a escasos kilómetros de la oficina de Hamás donde sus acomodados dirigentes dan las órdenes a los inocentes gazatíes, y éstos pensando que Hamás es una organización que lucha por la causa palestina y su independencia, cuando en realidad están colaborando en ejecutar su propia sentencia de muerte. EE.UU afirma que Hamás es un grupo terrorista, pero eso no impide que los responsables de la casa blanca se reúnan con sus vecinos en Doha.
Son esos mismos dirigentes que afirmaron que los palestinos de Gaza no son de su incumbencia, según palabras del portavoz de Hamás, Musa Muhammad Abú Marzuq: los ciudadanos de Gaza, donde Hamás gobierna desde 2007, son responsabilidad de organizaciones internacionales como la ONU, debido a que la mayoría son refugiados. Y agregó, en una entrevista el 30 de octubre en el canal Al Arabiyah, que la ciudad bajo tierra que construyó Hamás, y de la cual presume por ser una obra de ingeniería de las más complejas del mundo, se ha construido para proteger a Hamás, no para proteger a quienes habitan Gaza.
مسؤول #حماس موسى أبو مرزوق: الأنفاق في #غزة بنيت لحماية مقاتلي حماس من الطائرات.. والمدنيون في غزة أغلبهم من اللاجئين مسؤوليتهم تقع على الأمم المتحدة والاحتلال
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https://t.co/Ngvqa9z7o0 pic.twitter.com/sf0X3E03un— العربية (@AlArabiya) October 30, 2023
Otro líder cofundador de Hamás, el señor Mahmud Azahrán, deja las cosas aún más claras sobre lo que representa Palestina para Hamás. En una reunión en su residencia en Estambul, publicada hace cuatro años, dijo literalmente: «el proyecto de un estado palestino hace que me entren ganas de vomitar…», luego añadió; » Palestina para nosotros es como un miswak (un tallo para limpiarse los dientes) ni siquiera se ve en el mapa, nuestro proyecto es mucho más grande…».
Evidentemente estas declaraciones se hacen en petit comité, no delante de un público palestino, árabe o musulmán. Pues corre peligro que la propaganda se desvele.
Como organización, Hamás no es otra cosa que un casus belli creado por el estado de Israel para cumplir cuatro objetivos principales.
- El primero es doble: dividir la resistencia palestina y proyectar la imagen, ante el gran público de varias partes del mundo, que la causa palestina no es más que la de un grupo religioso fanático.
- El segundo objetivo es anular la portavocía del pueblo palestino, para que la idea de un estado palestino sea inviable, puesto que si los palestinos no tienen un único interlocutor, no podrán negociar ningún posible Estado: eso le daría más tiempo al estado de Israel para consolidar en Cisjordania su laberinto, ese «apartheid» fragmentado en islotes emparedados e inconexos, plagado de colonias, asentando una realidad consumada y así ir empujando a los palestinos hacia Jordania.
- Conseguidos los objetivos anteriores pasaría al tercer objetivo, y es seguir usando a Hamás como pretexto para la matanza, para seguir ejecutando tal horror en Gaza, que obligaría a su población al éxodo en el Sinaí, vaciar a Gaza y colonizarla, haciendo que sea Egipto quien asuma las consecuencias, y lograr de este modo deshacer de facto la cuestión palestina.
- Una vez conseguido el tercero (y esperemos que no) tenemos un cuarto objetivo: Hamás pasará a ser otro pretexto bélico en el Sinaí, pues previsiblemente continuará con sus operaciones, dando excusas a más intervenciones en el futuro de Israel, para así seguir extendiendo sus fronteras basándose en el mito sionista de las fronteras «desde el Nilo hasta el Éufrates», aunque el objetivo real sea el Canal de Suez.
El hecho de que Hamás fue una creación de Israel ya no es un secreto, a pesar de la dialéctica de odio mutuo que sirve para consumo de las masas de uno y otro «mundo». Lo cierto es que hasta el mismísimo Benjamin Netanyahu había presentado su estrategia a su partido, el Likud, para convencerles de que había que seguir financiando a Hamás «si queremos acabar con la causa Palestina», tal como publicó el diario Jerusalem Post el 12 de marzo de 2019. Y de hecho, la forma en la que se financia Hamás, ya sea mediante los 30 millones de dólares mensuales que recibe de Qatar u otras fuentes como Turquía, se hace mediante transferencias a la banca israelí. En otras palabras, es Israel quien se queda con los dólares y le pasa a Hamás los chkels israelíes. Por lo tanto, por mucho que Israel afirme, una y otra vez, como ya ha hecho en ocasiones anteriores, que quiere acabar con Hamás, eso no va a ocurrir: Israel necesita de Hamás para cumplir con sus objetivos. Aunque, hay que añadir que en los últimos años el Hamás que se encuentra dentro de Gaza está sufriendo una transmutación respecto al Hamás que está fuera de Gaza. Lo que no se sabe es hacia dónde se dirige dicha transmutación, si a abandonar el proyecto globalista de la Hermandad e integrarse en la resistencia palestina y llegar a un acuerdo con el resto de facciones para formar un solo interlocutor o ir a una postura aún más extrema que busca anular y enfrentarse al resto de facciones y absorberlas todas en pro del proyecto global de la Hermandad.
Mientras tanto, seguiremos viendo el cinismo del patrocinador jefe de esta masacre, la Administración de Joe Biden, el mismo que declaró ser sionista a pesar de ser «cristiano católico» (aunque el sionismo, en su origen, es cristiano protestante dispensacionalista, en su día considerado una herejía por la mayor parte de las mismas iglesias protestantes).
Mientras la Casa Blanca sigue difundiendo a la opinión pública, propia y extranjera, declaraciones del tipo «hay que parar la guerra», o «hay que evitar afectar a los civiles», al mismo tiempo seguirá enviando armas a Israel para que continúe con su genocidio, seguirá vetando cualquier resolución (como la del viernes 8 de diciembre que pedía un alto el fuego inmediato donde 13 de los quince miembros del Consejo de seguridad votaron a favor, Gran Bretaña se abstuvo y EE.UU vetó la resolución. Y esta postura ya le ha garantizado al Partido Demócrata un apoyo financiero enorme por parte de la Aipac («Comité de Asuntos Públicos Useño-Israelí»), para sus próximas elecciones presidenciales.
Es realmente desolador observar cómo los palestinos son víctimas una y otra vez machacadas, aplastadas bajo unas ruedas cínicas de molino (o «juego de poderes») que no puede ser calificado de otro modo más que malvado e inhumano.
Es evidente que, en la fase actual, el objetivo más obvio es intentar conseguir el tercer objetivo, crear la máxima destrucción masiva y las mayores masacres posibles para empujar a los palestinos a Egipto y así desmantelar la causa palestina. Pero mucho me temo que Egipto no permitirá tal cosa. Egipto intentará lograr convencer a sus socios y aliados para presionar a Israel a que acepte un alto el fuego, y unas negociaciones que obliguen a Israel a retirarse con algunos logros como la liberación de los rehenes y que ambas partes declararen sus respectivas supuestas victorias. Por un lado, Netanyahu intentará vender que se ha vengado de Hamás destruyendo Gaza y recuperando la mayoría de los rehenes, e intentar perpetuarse el mayor tiempo posible en el gobierno, para no ser juzgado por los casos de corrupción y por poner en peligro la integración de Israel al atacar el poder judicial. Y por otro lado, Hamás declarará su victoria por haber liberado presos y sobrevivido a los ataques de Israel, independientemente de que Israel haya tomado a miles de rehenes y presos palestinos más de los que ha liberado, o que Gaza se haya convertido en un gigantesco escombro no apto para la vida, o que hayan muerto decenas de miles de palestinos y decenas de miles de heridos… Hamás, igualmente, declarará que salió victorioso.
En cambio, si Egipto no logra este acuerdo, y el genocidio israelí sigue empujando a los palestinos al Sinaí, se verá forzada a romper los Acuerdos de Camp David y entrar en una tensión y enfrentamiento con Israel que podría escalar hasta una guerra abierta. Llegados a este punto, las consecuencias pueden ser mucho más catastróficas de lo que ya lo son. Egipto es la mayor potencia militar de oriente medio, a pesar de que la propaganda suele estar siempre entre Israel, Irán y Turquía. Pero si Egipto entra en guerra todo el Levante (u «Oriente Próximo y Oriente Medio» como dicen en otras partes del mundo) estallará y podría desembocar en una tercera guerra mundial. Las víctimas dejarán de contarse en decenas de miles, y podrían llegar a contarse ya en millones. Mucho me temo que, antes de llegar a ese punto, Egipto preferirá sacrificar a los palestinos bloqueando cualquier posible avalancha humana o éxodo palestino al Sinaí.
Los palestinos serán presentados en un altar para sacrificios, seremos testigos de la crucifixión de Palestina y sólo Dios sabe si dicha crucifixión será la que marque el arranque del despertar de una conciencia humana, o la sepultura de la misma. Que Dios guarde y proteja a Palestina del cinismo del mal.