“Israel”* ya no se lleva
Apenas hace unos meses, el estado de “Israel” y lo israelí eran algo de buen tono, prestigioso, lo más chic” del mercado. Tener que ver algo con algún israelí, hablar de cosas de allí como si uno fuese del círculo selecto, era algo que daba a quien lo hacía la sensación de ser el no va más de lo especial y lo enrollado. ¿Qué escritor con pretensiones al éxito no metía en sus novelas de intriga o de acción a algún personaje israelí, siempre el sumum de lo listo y lo osado? ¿Quién como esos personajes del estado advenedizo para hacer que la chulería y la mala hostia de repente tomen un aire atractivo y de lo más escogido en series televisivas o películas? No sorprende entonces que siempre salgan triunfantes, así, con su carácter sin complejos, sin miramiento y de rompe y rasga. Sí, hombre, los israelíes, los más guay de los guays.
Apenas hace unos meses, estando el estado advenedizo, mal llamado “Israel”, ya casi, casi, como dicen, normalizado, ya no hubiera resultado de buen tono hablar mal de “Israel” o criticarlo o sacar a colación el ya tan tedioso y aburridísimo tema de Palestina. ¡Palestina ya se acabó, hombre! Pero ¿a quién le interesa ahora Palestina, por favor? La gente normal, la gente bien, ya no hacía esas cosas. El mundo real ahora no es ese. Los israelíes, esos son los que pitan, una gente genial y con una economía envidiable.
Y, entonces ¿qué pasó? Es como si al estado advenedizo se le hubieran acabado las vacaciones y ahora ya tuviera que volver a la realidad. Durante más de veinte años en que se siguió sofocando y encerrando entre muros a la población palestina; en que se siguió encarcelando sin que se armara gran ruido a grandes números de esa población; en que se machacó a Gaza manu militari y mano asesina año sí y año también; en que se siguieron robando tierras de gente palestina a velocidades y en extensiones de vértigo, “Israel” siguió prosperando y siendo ese personaje adulado y popular que, además, siempre parecía estar en boga y salirse con la suya. Porque valían. Era así. Los palestinos estaban borrados de la existencia. Todo lo recubría el éxito y la listeza de los superchulis israelíes, los superlistos triunfadores y normalizados donde los haya. Ya se había tapado la boca a todo el que tuviera algo que objetar a los cadáveres sobre los que habían tenido que pasar los advenedizos para llegar a tan exquisito estado de reconocimiento.
Pero sí, al final de las vacaciones parece que volvió la realidad. Se creó el estado advenedizo sobre un genocidio y ese estado siguió creciendo sobre más genocidio, pero ¿a quien le importaba un genocidio si el genocida era guay y estaba bien relacionado?
Pues sí, algo ha fallado: o el éxito ha sido meramente un espejismo o las buenas relaciones del advenedizo no lo son tanto o es tal vez que se esperó de los superlistísimos israelíes algo que han demostrado ser incapaces de lograr -aunque sobre eso consiguieran engañar al mundo durante un tiempo.
Seguramente hay algo de las tres cosas. Empecemos por las buenas relaciones. Las buenas relaciones de los advenedizos son esas que tiene con lo que hasta ahora han sido las mayores potencias del mundo. El ente advenedizo debe su existencia al imperio británico, en su día, de los más hábiles creadores y mantenedores de imperio que haya habido nunca. Pero, claro está, esa existencia no se les dio para que los advenedizos la disfrutasen sino para que sirvieran al imperio que los creaba y los sostenía y ejecutaran sus órdenes allí donde los habían puesto. El imperio británico desde ese entonces ha perdido mucho poder y mucho talento, pero, a los efectos del advenedizo, no cambiaron mucho las cosas: el testigo del imperio británico lo recogieron los Estados Unidos de América, con el acompañamiento del mundo anglosajón y de la OTAN. Eso en cuanto a poder, en cuanto a talento, realmente no han dado la talla que dio el británico en sus mejores tiempos, pero, bueno, con más o menos talento, sí siguen siendo los beneficiarios de los servicios que presta el advenedizo que, en principio, les está supeditado. Sin embargo, de alguien que te crea para que le seas útil no sería consecuente esperar lealtad, solo mientras les seas útil y solo mientras tengan la capacidad de sostenerte. En este sentido, sí, los Estados Unidos y sus ministriles empiezan a acusar bajón en su capacidad de mantenerse por encima del resto de potencias. Es de apreciar que asistimos a un relevo en la cima del poderío mundial y es de prever que paulatinamente los anglosajones ya no van a poder ni querer dedicar a su sirviente todo el apoyo que sería necesario para que el sirviente pudiera cumplir la misión para la que se le creó.
El tercer factor también es cierto, el imperio sobreestimó a los israelíes o subestimó a sus víctimas, lo cual viene a ser lo mismo, y aquellos han conseguido muchas cosas durante un tiempo, pero no están consiguiendo acabar ni mantener la labor para la que se los puso allí. ¿Han tenido mala suerte? Pues sí. Lo suyo es que ya en 1948 los palestinos se hubieran muerto todos de terror o hubieran salido por piernas de Palestina y se la hubieran dejado libre y sin cargas a los advenedizos. ¿Será que no les hicieron la vida lo suficientemente imposible? Cierto que muchos sí abandonaron Palestina, pero para quedarse al lado, en el Líbano, en Siria, en Jordania y, además, la mitad más o menos ni siquiera se fueron de Palestina y son refugiados dentro de ella. Y en todos los años que han seguido no los han podido echar ni matar. Claro, en ello estaban, en seguir haciéndoles la vida imposible a sus víctimas y muy bien encaminados y, encima, sin que nadie les llamase la atención, y es cuando llegó el 7 de octubre de 2023 y entonces los advenedizos pensaron que había llegado la suya. Sí, el ataque de Hamas. Se dice que ya lo sabían y lo esperaban. Es posible, pero es igual. La cuestión es que les cortaron las vacaciones y aquí cabe pensar que, si ya se esperaban el ataque y no lo previnieron, sería porque pensaban amortizarlo. Claro, ahora con la batahola y el rasgamiento de vestiduras por la monstruosidad perpetrada por los demonios hamasinos (imaginémonos ¡menudos bestias ¿no? pretender defender su tierra y su gente frente al invasor advenedizo! ¿Cuándo se ha visto semejante cosa?). Pues eso, ya tenían el semáforo verde, verdísimo para exterminar y expulsar hasta el último mono a todos los palestinos de Palestina, sin dejar ni uno. Los advenedizos podrían ya montarse sus bonitas residencias -primeras o segundas o terceras en un país con un clima clemente y grato para el disfrute, porque la mayoría de los advenedizos seguirán teniendo doble nacionalidad con países europeos o americanos y doble residencia efectiva también, claro. Sí: era la gran oportunidad de liquidar la enojosa cuestión palestina ya de un plumazo.
Y no estaba mal pensado. Entonces ¿qué es lo que falló en esta ocasión? Toda esa gentuza hacinada en Gaza y azuzada a bombazos por los advenedizos debería haber salido en tromba y deambulado en masa por el Sinaí y que Egipto lidiase con ello. ¡Listo, liquidado!
El racismo es un rasgo de los imbéciles y la cima del talento maestro que lo hace funcionar se alcanza cuando se consigue imbuir al que es objeto de ese racismo la idea de que ese racismo se lo merece y está justificado. Y, no nos hagamos los tontos, el racismo que hoy día goza de más legitimidad es el que se tiene y siente contra los árabes, que se ve como justificado. Pero el que sea el más disculpado y admitido no hace menos imbécil al que lo tiene o lo siente.
Volviendo a los palestinos azuzados por los advenedizos para abandonar Gaza, ahí el rasgo de imbecilidad llamado racismo demostró esa característica de la imbecilidad por los dos extremos, el de los palestinos y el de los egipcios. Ni lo palestinos perdieron el culo por salir de Gaza ni Egipto admitió la entrada de ningún expulsado de Gaza por los advenedizos. Y ¿por qué no hicieron eso que se esperaba de ellos? Sencillo, los advenedizos nunca han destacado por su talento, -por su criminalidad, chulería y falta de vergüenza sí, pero por la clarividencia, la comprensión o la lógica no. Y no percibieron que su éxito como racistas había sido muy limitado, porque ni los palestinos ni los egipcios se creyeron a sí mismos nunca tan imbéciles que fueran a facilitarles a ellos, los invasores advenedizos el despojarlos de su tierra, su identidad, su historia y sus derechos, esos derechos humanos o de la índole que sea que se supone asisten a todos por igual, pero, claro, no si hay racismo reconocido como legítimo que es el racismo antiárabe. Rasgo de imbecilidad, cuyo resultado para los imbéciles es que ni han echado a los palestinos de Gaza ni Egipto se ha visto trastornado y sumergido en una oleada millonaria de gente soltada con lo puesto en pleno desierto del Sinaí. No, advenedizos: En Egipto hay más de diez millones de refugiados, pero nunca ese refugio se ha prestado para facilitar que ningún advenedizo perpetre sus crímenes durante más de un siglo sin que nadie le dé el alto.
Y es así como hemos llegado a esa situación en que “Israel” ya no se lleva. Ya no resulta chic ni chuli el presumir de israelosidad, ni los agentes secretos superguay en las novelas o series de acción. Ya solo los tontos los ven como excepcionales y de lo más selecto. Al emperador que tenía un traje tan supremamente rico y elegante que era transparente, ya se le ve tal como lo que es, ya está desnudo y todas sus maldades y vergüenzas, incluidas sus imbecilidades y demencias están bien expuestas. Sí, todavía les queda alguna renta, todavía cuelan entre ciertos circulillos, todavía los hay que se creen los más originales pavoneándose de sus relaciones israelosas, pero ya no impresionan, no. Israel ya no se lleva.
* “Israel” se ha puesto entre comillas, porque ese nombre aplicado a un estado contra derecho es una impostura. Israel en sí es el nombre que ha dado Dios a quienes en esta vida tratan de hacer su viaje hacia Él lo mejor que saben y pueden y siempre conscientes de que dependen de Su misericordia. La soberbia y el nombre de Israel están reñidos. Que Dios nos libre de usar en vano Su gracia y los nombres que Él nos da.
Artículo bien oportuno de doña Carmen del Río para explicar porqué parece que han empezado a cambiar las tornas.
Justo después del 7 de octubre de 2023, cuando la prensa establecida (liberal-progresista, liberal-conservadora, democristiana, neoconserva, pragmática, moderantista…) apretó filas, más que nunca, junto al sionismo. Pues en octubre pareció que la bula para la matanza y el expolio ganó más sellos biempensantes: «ya tenían el semáforo verde, verdísimo para exterminar y expulsar hasta el último mono a todos los palestinos de Palestina«.
«¿A quien le importaba un genocidio si el genocida era guay y estaba bien relacionado?« Exacto. Criticar al Estado Sionista «no se llevaba» y estaba muy mal visto, sino, incluso, criminalizado. Tanto como criticar a la «Izquierda Aberchale» en los años ochenta y noventa en el interior de Guipúzcoa o del Valle del Baztán «¡Como te atreves!» «¿Te has vuelto loco?»
Es importante analizar porqué ahora no se lleva tanto arrejuntarse con «Israel», cuando en el mismo momento de su nacimiento (1948) se erigió sobre un expolio masivo y genocidio equivalente al ejecutado recientemente en Los Sudetes, Bohemia y Moravia a costa de tres millones y medio de austroalemanes (3,475.000 para ser precisos) por parte de sus, entonces, más estrechos aliados los nacional-sociales checos. Genocidios ambos aprobados y respaldados como necesarios por parte de las naciones que acaban de firmar la Declaración de los Derechos Humanos de San Francisco. Genocidios ambos justificados porque checos y judíos habían sido víctimas de los nacional-socialistas alemanes.
Estos son los tres puntos expuestos por Carmen: con quienes tenían buenas relaciones; su condición de creación por parte de potencias que te ayudan… mientras les sea útil a su creador; y sobreestimar a los verdugos mientras subestimas a las víctimas.
1) «Las buenas relaciones de los advenedizos son esas que tiene con lo que hasta ahora han sido las mayores potencias del mundo«. Y es que en 1948, los sionistas tuvieron el apoyo del Imperio Británico (todavía era imperio), de la República Imperial Francesa (idem), de la Unión Soviética de Istalin, de los EEUU y de la Checoslovaquia nacional-social.
Ese mismo año (Golpe de Praga) perdieron el apoyo del último pero no fue un drama, pues este estado checoeslovaco (por otra parte mucho más checo que eslovaco) no dejaba de representar una nación menor. Y la Unión Soviética (y los mismos EEUU) iniciaron una política de aproximación a las naciones árabes.
La cuestión es que una cosa era la política exterior gringa (recordemos la Crisis del Canal, donde Aisenjaweh (o Eisenhower) apostó por Egipto frente a Gran Bretaña, Francia y el Estado Sionista) y otra las «divisiones blindadas» de sus medios de manipulación y, sobre todo, del «Arma Estratégica»: su Industria del Cine. Todos estos siguieron siendo acérrimamente anglosionistas. Y México, Centroamérica, Sudamérica, Europa occidental… consumen cine jolivudiense. Por eso, en los años cincuenta y sesenta, e incluso en los setenta, era posible en países como España criticar al sionismo sin despertar tanto rechazo por parte de los «acomodadores». Pero ya en los ochenta sonaba «pasado de moda».
Derrotado Iraq, endeudadas las monarquías del Golfo para sufragar la II Guerra del Golfo, hundida la Unión Soviética y con un Irán recién salido de la I Guerra del Golfo, EEUU se erigió en 1991 incontestable al frente de la Anglosfera.
2) «De alguien que te crea para que le seas útil, no sería consecuente esperar lealtad, solo mientras les seas útil y solo mientras tengan la capacidad de sostenerte«.
El tremendo despegue de China, donde ya sueñan (con los pies en el suelo) superar a EEUU en 2049, recuperada, tras la década de Yeltsin, la Federación Rusa que no se ha desgastado con las sanciones y la guerra que la Otan ha provocado en Ucrania, un Irán que ahora exporta armamento a rusos y chinos (que remedio les quedaba sino investigar y desarrollar armas tan baratas como eficaces, una Unión India en tremendo crecimiento, así como un Brasil ambicioso, una Unión Sudafricana que no olvida… y una Turquía y un Reino Saudita no tan aliados ahora de Occidente (como la misma Carmen del Río apuntó hace ocho años, se saben colocados en el «Corredor de la Muerte»), y unos EEUU más divididos y polarizados que nunca con un presidente decrépito a la vista de todo quisque… ser el protegido de EEUU ya no es como era antes. También otro gran protegido de EEUU es el supremacismo ruteno de Zelensqui, pero ha tenido que soportar, en la misma Quief, a su crecido vecino Orban cantándole las cuarenta.
«Ser enemigo de EEUU puede ser muy peligroso, pero ser aliado de EEUU puede ser letal«, decía el hijo de Mefistófeles, Jenry Quíssinguer (o Heinz Alfred Kissinger)
3) «El racismo es un rasgo de imbéciles y la cima del talento maestro que lo hace funcionar se alcanza cuando se consigue imbuir a quien es objeto de ese racismo la idea de que se merece ese racismo y está justificado (…) el racismo que hoy día goza de más legitimidad es el sostenido y sentido contra los árabes, que se ve como justificado. Pero el que sea el más disculpado y admitido NO HACE MENOS IMBÉCIL al que lo tiene o lo siente«
Por eso, porque el racismo de los imperialistas angloamericanos y sus animales de compañía europeos (obsesionados, desde hace 80 años, en mostrarse sumisos ante los EEUU) sobreestimaron a los sionistas por su poderío militar, tecnológico y de espionaje, y subestimaron a palestinos y egipcios (que no llegaron a sentir ser merecedores de ese racismo) no han podido culminar sus planes.
Antaño, tanto los imperialistas como los advenedizos, mostraban un poco más de inteligencia sin dejar «de destacar por su criminalidad, chulería y falta de vergüenza«, pero cuando llegas a creerte tu propia propaganda racista (el mismo Hitler descalificó la propaganda alemana de la I Guerra Mundial que consideraba tontos a británicos y franceses; es decir, el pintor austriaco entendía que podías ser racista pero evitar el gran error de subestimar al enemigo; pero esto lo puedes evitar unos momentos, como caminar por la cuerda floja un rato: el racismo es siempre un rasgo de imbéciles y más temprano o menos, caes en lo que Hitler consideraba posible evitar), ganarás más puntos en destacar por tu criminalidad, chulería y falta de vergüenza, pero ya «no por la clarividencia, la comprensión o la lógica« que antes podías haber tenido.
Gracias por tus comentarios, Guiado, incluido el recuerdo al alacrán Kiesinger, que conocía el percal. Creo que más o menos todos opinamos que el estado cencerro (es mi última denominación del estad advenedizo) no cumplirá el siglo, pero se nos hace largo.
Por cierto ¿Qué nombre les dabas a los indios de los Estados Unidos que estaban totalmente adaptados (o asimilados) y que aun así no pudieron aguantarse sin exterminarlos? Siempre he sido forofa de los indios de Norteamérica y cosas de los lavados de cerebro las películas son las que más me han influido. Siempre he preferido a los indios cuando las veía y eso sin saber nada todavía de políticas y demás, los veía más guapos. Como creyente, creo que están en la divina gloria y que Dios al Warith nos los guarda para siempre.