Hoy en día, prácticamente todos hemos escuchado, o leído, alguna vez el apunte tremendamente extraño, y hasta escabroso, esgrimido por los identitarios y cruzados de todas las variantes (más presuntamente laicas, más acentuadamente confesionales…) del matrimonio infantil de Aiša (nacida aproximadamente sobre el 605 de la era cristiana) con el mensajero nacido en la tribu de Curaiš alrededor del 570 de la misma era. Ocurre que ciertos relatos del mismo legado que, hasta hace poco, eran completamente desconocidos para los musulmanes corrientes, nos cuentan que su matrimonio fue concertado por su padre (futuro califa) con el profeta cuando ella era una niña y ese enlace se consumó aún siéndolo.
Los animosos «centinelas de la identidad única y verdadera de Europa Occidental» (para unos laica… para otros cristiana… para éstos democrática… e, incluso -para una minoría exótica- pagana antisemita, y -para la mayoría- todo eso junto y revuelto, dependiendo del día) así, como no, los empotrados y celosos «defensores de la mujer» de todas las siglas y banderas, han usado este apunte como prueba irrefutable de la incompatibilidad entre la civilización suprema (en ocasiones vista como «civilización única y verdadera») y el islam, ejemplo vivo de la barbarie, del machismo, del patriarcado y pongan ustedes epítetos, añadan adjetivos o complementen sustantivos, manidos o ingeniosos, a placer. Dicen que es gratis.
El quid de la cuestión en el presente:
Sea como fuese, una gota de verdad hay en esta charca de ponzoña actual. ¿Qué gota de verdad? Que se encuentra entre los «hadices verificados» por el más afamado «recopilador de hadices» de todos los tiempos y lugares: ben Ismael El Bójaro («Al Bujari»: 810-870 ec). Y, claro está, para no pocos musulmanes contemporáneos, es mucho más importante salvar la infalibilidad erudita del «muhadiz» de Bojara, que el honor del profeta. ¡Si está reportado por Urwah ben Az Zubeyr, hijo de Asmá, por tanto sobrino materno de la mismísima «madre de los creyentes», no se puede poner en duda! ¡Rechazador! ¡Negacionista! ¡Destructor del Islam!
Éste es el primer quid de la cuestión. Pero el segundo quid, mucho más grave si cabe, es aceptar que una acción de tal calibre cometida por el mensajero contradiga de lleno con lo señalado por el Honrado Corán.
Pues, además de otras pautas para contraer matrimonio (como tener claro el camino a seguir con respecto a la creencia), en el Libro se indica claramente, como requisito, la mayoría de edad. Por tanto, cualquier relato que pueda «reportarnos» lo contrario, carece de validez alguna desde el punto de vista islámico.
Pero ya hemos tomado nota del empeño de los «expertos», así como de los acólitos que no cuestionan los relatos (al contrario los defienden con entusiasmo digno de mejor causa), en «corregir», «completar» e, incluso, abrogar, aleyas del Corán.
El quid de la cuestión en el pasado:
Así pues, tratemos un poco este asunto desde el propio plano histórico.
Señalemos, en primer lugar, lo más sencillo de captar: Aiša no elaboró ninguna biografía suya. Cualquier referencia sobre la vida de la hija del califa Abubácar que nos ha llegado sobre esta buena señora, procede de relatos elaborados a partir (como fecha más próxima a ella) de la décimo primera generación tras el profeta (805-835 ec: es decir, dos siglos después de la revelación). Las referencias sobre Aiša están, además, colmadas de errores cuando no de disparates intencionados. Los mismos relatos señalan que su pariente más próximo (el citado Urwah ben Az Zubayr, hijo de su hermana mayor Asmá y hermano del primer y único califa azzubárida, Abdalah) quemó sus escritos antes del primer Saco de Medina, y su hijo Hišam ben Urwah murió (qué casualidad) muy poco después del aplastamiento en Medina (año 763 ec) del levantamiento anti-abbásida protagonizado por el nieto de Al Hassán «Al Muzanná», Mojámmed «Alma Pura» («An Nafs Zaquiya»). Quien sea incapaz de reconocer que todo lo aparecido en textos no significa, siquiera, un «reporte» débil, está realizando (por muy catedrático saturado de títulos e hinchado de «maestrías» que sea) un ejercicio periodístico subordinado a la consigna «no permitas que la verdad te estropee la noticia».
Aquí podemos intuir algunos motivos de tales cuentos viendo el devenir histórico: unas razones son de clase política (para favorecer una causa y perjudicar otra, nada nuevo) y otros motivos son de tipo individual (para favorecer los deseos de un poderoso, tampoco nada nuevo).
Exponiendo los motivos pasados del invento.
a) el primer motivo político es de largo alcance: la hija de Abubácar fue una dirigente política destacada estando viva, y mucho tiempo después de muerte se convirtió en una figura histórica utilizada por un frente político al tiempo que otro partido la atacaba. El bando político que la utilizaba «a favor» quiso eclipsar la figura de Jadiya (no vamos a entrar ahora el porqué) y elevar la de Aiša ¿Cómo lo hizo? Jadiya se había casado en dos ocasiones anteriores (es lo que cuentan, y bien pudo ser cierto pues no contradice al Corán), y había tenido hijos de tales matrimonios. El profeta era, por tanto, su tercer marido. Tal situación es aceptable según el Libro. Pero sabemos que, desde antaño, existe un punto de vista donde la esposa pierde valor si «ha sido estrenada» por otro varón. Pues bien: ese prejuicio fue utilizado por un bando (el anti-chiíta) para eclipsar a Jadiya, y por el mismo motivo había que mostrar, sin que hubiera duda, que Aiša había llegado virgen al profeta.
Recordemos de nuevo: Jadiya se había casado en dos ocasiones anteriores, había tenido hijos en esos matrimonios y el profeta era su tercer esposo. Como Jadiya destacaba sobremanera en la vida del mensajero y había que eclipsarla (pues era encumbrada por los chiítas) por Aiša, quien contaba con 19 o 18 años al contraer matrimonio, se observó que no era suficiente para anular cualquier resquicio de duda sobre su virginidad (pues hubiera podido tener relaciones con 16 o con 15 con otro varón). Así pues los propagandistas antichiítas empezaron a rebajar como locos la edad de su matrimonio… eso explica el disparate de los 9 años. No había lugar ya para la duda, con esa edad, de no haber «estudiado en profundidad» a más varón que el mensajero.
b) el segundo motivo es político personal inmediato: uno de los primeros califas abásidas se encaprichó de una niña. Como tal hecho, evidentemente, causaba escándalo, los «comités de expertos» (quien si no: los tenemos para justificar medidas represivas sobre pandemias y vacunaciones, o «explicar» posturas infames ante guerras provocadas por «nuestros» gobernantes) empezaron a buscar un respaldo jurídico en la vida del profeta para satisfacer el deseo de tal gobernante, y avalaron este relato del matrimonio del Mensajero con Aiša consumado cuando ella contaba con nueve años. En definitiva, «así se escribe la historia»: atendiendo a intereses de fondo para enfrentarte al enemigo, o a intereses momentáneos del jefe de partido o gobierno de turno.
Conclusión
Debemos insistir que lo transmitido por el legado tiene interés para conocer los relatos que sirven a los «comités de expertos» para justificar sus «confinamientos mentales» y evaluar su influencia sobre los pueblos (como cualquier leyenda), pero nada más demuestran. Sabemos que no existe más texto sagrado islámico que el Honrado Corán. Esgrimir cualquier relato, y menos aún una declaración de doña Aiša, para justificar una práctica, o para calumniar al mensajero, es tan estrafalario como descubrir el recibo de hospedaje de San José en el pesebre de Belén.
Bueno, bueno, don Guiado, no pida usted recibos de hospedaje de San José que bien pudiera ocurrir que alguien se los trajera.
Está muy bien este artículo y me permito recomendar uno que circulaba hace tiempo y que era excelente y exhaustivo además bien documentado y demostraba que con los datos y documentación existentes, era imposible dar por bueno el mito del matrimonio de la madre de los creyentes siendo niña.
Pongo un enlace para quien le interese:
https://mensajesenlaruta.blogspot.com/2011/02/fue-aicha-una-novia-de-seis-anos-de.html