si no ayuno de ser
no ayuno de la nada
si no ayuno de ver
no ayuno de estar ciego
no hay plenitud sin vacío
no hay gracia sin deseo
ni deseo esencial sin mansedumbre
solo lo que se expande se contrae
si se reduce a un punto
se abre a lo infinito
si retorna al camino
se pierde en lo visible
si en lo invisible brilla
sus pasos son de plata
no hay magia sin palabra
ni despertar sin sombra
no hay silencio sin obra
ni dicha sin reparo
sin olvido no hay luna
ni hay día sin miseria
todo lo que se acoge
al tiempo se hace espejo
de su contrario ahora
que ayunas de estar ebrio
todo lo que acontece
son frutos del amor
si encuentras la medida
en esta desmesura
todo lo que parece se abre paso
como signo indecible
de nuestra podredumbre
y la riqueza del decir primero
se entrega a quien decide
romper con lo sabido
así el deseo entraña
parajes decisivos y cánticos de oro
así el ayuno dona sus secretos
al árbol y a la piedra
que arraigan en tu sueño
una luz inmortal que moviliza
las fuerzas minerales
y el éxtasis poroso
de tu destino rojo
es más de lo que espera
la suerte de estar solo
con un tesoro ajeno
sin el don del vacío
no cuentes las monedas
que caen por su peso
sin este ayuno nada se revela
sin esta lentitud nada levita
ni el cuerpo reconoce
la luz que lo precede
[Ramadán del año 1443 de la Hégira]