Siguiendo con el artículo anterior, en relación con la diferencia entre espiritualidad y sentimentalismo, podemos llegar a observar las repercusiones colosales de esta confusión que ha marcado el devenir de la humanidad, puesto que esta confusión se ha reflejado en todas las tradiciones.
A mi modo de ver, el paradigma de la imagen de Jesús hijo de María en el imaginario de muchos creyentes cristianos es un claro ejemplo, donde se confunde el amor con el sentimentalismo. El sentimentalismo hace que confundas el respeto con la veneración, el ser ejemplar con el idealismo, el prototipo con la idolatría. Pero, en este artículo me voy a centrar en la tradición que me queda más cerca, la tradición musulmana.
La relación que tenemos los musulmanes con el Mensajero, generalmente es una relación marcada por la traición, yo diría que una ciega traición. Y sí, sé cómo suena esta afirmación y lo que suscita en la mente del lector. Pero me voy a explicar para justificar esta afirmación.
El Corán presenta al Mensajero como Bashar, y el Bashar en el Corán es un ser humano mentalmente ya maduro y consciente de las percepciones más abstractas, a diferencia del término Insán, el cual es un ser humano aún inconsciente y mentalmente inmaduro. Y es así como se reconoce el Mensajero en el Corán, como Bashar.
Cuando las personas les controla el sentimentalismo eso les lleva a ser enardecidas y fanáticas y por consiguiente se altear su visión de la realidad y se convierten en irracionales buscando que las cosas estén donde no les corresponde. Esto es lo que muchos llaman “Milagro”, y cuando hablo de milagro, no me refiero al milagro de un amanecer o cuando brotan los pétalos de una flor, sino en el sentido de que cuando las cosas no están donde les corresponde en el orden Divino. Este perfil polarizado peca tanto por exceso como por escasez.
En el Corán, un grupo de fanáticos negadores de la profecía de Muhammad, la paz sea con él, le ponen como condición para creer en él, milagros, muchos milagros, cosas que no estén donde les corresponde, como hacer brotar una fuente de la tierra árida, o hacer que aparezca un jardín con frutos y hacer brotar del mismo una fuente, o hacer bajar el cielo y les muestre a Dios y los ángeles, o que ascienda a los cielos y que baje un libro completo que pueda ser leído, entre otros milagros, sólo así creerían en él. El sentimentalismo, el fanatismo o como queramos llamarlo, no es más que un desorden, un desorden en las emociones, un desorden en los sentimientos, un desorden en los deseos, por eso, no creo que sea casual la relación entre este desorden y el hecho de tender hacia el anhelo por las cosas que no están en el orden que les corresponde, en el equilibrio Divino de la creación, o lo que se conoce como milagros.
Corán 17:90-94:
وَقَالُوا لَن نُّؤْمِنَ لَكَ حَتَّىٰ تَفْجُرَ لَنَا مِنَ الْأَرْضِ يَنبُوعًا ﴿٩٠﴾ أَوْ تَكُونَ لَكَ جَنَّةٌ مِّن نَّخِيلٍ وَعِنَبٍ فَتُفَجِّرَ الْأَنْهَارَ خِلَالَهَا تَفْجِيرًا ﴿٩١﴾ أَوْ تُسْقِطَ السَّمَاءَ كَمَا زَعَمْتَ عَلَيْنَا كِسَفًا أَوْ تَأْتِيَ بِاللَّهِ وَالْمَلَائِكَةِ قَبِيلًا ﴿٩٢﴾ أَوْ يَكُونَ لَكَ بَيْتٌ مِّن زُخْرُفٍ أَوْ تَرْقَىٰ فِي السَّمَاءِ وَلَن نُّؤْمِنَ لِرُقِيِّكَ حَتَّىٰ تُنَزِّلَ عَلَيْنَا كِتَابًا نَّقْرَؤُهُ ۗ قُلْ سُبْحَانَ رَبِّي هَلْ كُنتُ إِلَّا بَشَرًا رَّسُولًا ﴿٩٣﴾
y por eso dicen: “¡[Oh Muhammad,] no hemos de creer en ti hasta que no hagas brotar de la tierra un manantial para nosotros, (90) o seas dueño de un jardín de palmeras y vides y hagas brotar de repente arroyos en medio de ellas, (91) o hagas que los cielos caigan sobre nosotros en pedazos, como amenazas, o [hasta que] nos traigas a Dios y a los ángeles como garantía, (92) o seas dueño de una casa [hecha] de oro, o asciendas al cielo –y no creeríamos en tu ascensión a menos que nos trajeras [del cielo] una escritura que pudiéramos leer!
Ante todas estas peticiones milagrosas e insolentes, en la aleya 93 Dios ordena a Muhammad que responda y le dice; Dí: Todo fluye por Mi Maestro ¿A caso soy otra cosa que no sea un Bashar y un Mensajero? (Corán 17:93)
Esta respuesta es más que contundente, un Bashar o un Mensajero no asciende a los cielos, no puede entrar a ver a Dios ni hacerlo ver a nadie, un Bashar y un Mensajero es el mejor prototipo que fluye en el orden Divino, no lo altera ni lo viola, el orden Divino es la Sunna de Dios y esa no puede ser alterada.
En cambio, en nuestra tradición, hemos desmentido las palabras del Corán, y hemos afirmado todo lo contrario, es decir, que Muhammad ha ascendido a los cielos, tal como solicitaron los negadores enardecidos, y así parce que como estos negadores sólo creemos en Muhammad si hubiera ascendido a los cielos, más aún, hemos afirmado que Muhammad vio a Dios, traicionando así sus enseñanzas en nombre de un sentimentalismo ciego al que hemos llamado “amor al Profeta”, cuando el amor jamás sacrificaría la verdad de que el Profeta es un Bashar. El amor es fidelidad, el amor al Profeta, es la fidelidad hacia el Mensaje que nos ha transmitido en el Corán.
Más aún, este sentimentalismo ha hecho que invirtamos los significados de las aleyas, por ejemplo, aquella aleya de la Azora del Naym que nos habla del descenso de Gabriel hacia Muhammad, la hemos convertido en la aleya del ascenso de Muhammad para que se ajuste a nuestros sentimientos y apegos.
Este sentimentalismo, en el plano teórico construye sus premisas en base a la conjetura, una suposición sin fundamento que construye otra premisa y así sucesivamente hasta elaborar toda una teoría en base a conjeturas y suposiciones, sin ‘Ilm, sin conocimiento revelado.
El Hadiz es la tradición de la conjetura por excelencia, tal como afirman sus máximas autoridades históricas como el Imam Al-hafith Al-baghdadi, cuando define que el Hadiz Sahih, es casi siempre Ahad, es decir, cuya cadena de transmisión se inicia sólo con un compañero o dos, y y el Hadiz Ahad es una información que no transmite ninguna certeza sino mera conjetura (Dthanni Ad-dalaalah), o una alta o moderada probabilidad de veracidad.
Y la conjetura no puede sustituir la verdad del conocimiento revelado como afirma el Corán en más de una aleya 10:36
وَمَا يَتَّبِعُ أَكْثَرُهُمْ إِلَّا ظَنًّا ۚ إِنَّ الظَّنَّ لَا يُغْنِي مِنَ الْحَقِّ شَيْئًا ۚ إِنَّ اللَّهَ عَلِيمٌ بِمَا يَفْعَلُونَ
Pues, la mayoría de ellos no siguen sino suposiciones: [y,] ciertamente, las suposiciones no pueden ser un sustituto de la verdad. Ciertamente, Dios tiene pleno conocimiento de todo cuanto hacen. (36)
Las palabras del Corán son precisas, de hecho son muy precisas y concisas, y el sentimentalismo nos impide ver dicha precisión, porque es como un toro descontrolado que atropella todo a su paso, no podemos leer el Corán atropellando sus palabras, sino que necesitamos la serenidad, tranquilidad y apaciguamiento necesarios como para poder percibir la precisión de sus palabras. Y para explicar esto seguiremos con el ejemplo de la traición al Mensajero mediante un sentimentalismo que se disfraza de «amor».
Prácticamente, podemos afirmar que todos los musulmanes conocen la aleya que dice: Dios y sus ángeles hacen la Azalá para el Profeta, vosotros que creéis haced la Azalá para él… y termina diciendo Salimú tasliima. Bien, el tema del significado de la Azalá en esta aleya ya lo hemos tratado en otras ocasiones y vimos que la Azalá es el apoyo espiritual y no se trata de una oración, pero, cuando le preguntamos a los musulmanes qué significa Salimú tasliima, la respuesta inmediata es «saludad al Profeta», entendiendo esto como una fórmula que dice «Sal-la Allahu Alaihi wa Sal-lam«, que se suele traducir como «Dios le bendiga y le conceda paz o que le salude».
El sentimentalismo hace que el lector se fije en la primera palabra «Salimú» un imperativo plural de «Salím«, que, resumiendo, tiene dos significados «Entregar» o «saludar con saludo de paz», y obvie la segunda palabra «Tasliima«. Si la aleya tuviera la intención de hacer referencia al saludo, habría dicho «Salimú salaama«, y no «tasliima«. Ya que Salím es un imperativo que comparte con el significado de Salam (paz, saludo, bienestar) o Tasliim (entrega, rendición). Por lo que, la aleya no está diciendo que saludéis al Profeta sino que os entreguéis a él, a su mensaje, a su misión. Entregaos a aquello a los que os llama, a la revelación. Aceptadla, estudiadla, comprendedla, meditadla, reflexionadla, practicadla, analizadla, conservadla, divulgadla y un largo etc… una verdadera entrega, a sus conocimiento, sus enseñanzas, su guía, su luz… Ello implica mucho esfuerzo y sacrificio, muchísima dedicación, es decir, mucho Yihaad y Qitaal.
Pero la fórmula, son palabras, es algo mágico, va con lo que el sentimentalismo desea, con el milagro, fórmulas que milagrosamente transforman la realidad aunque ello vaya contra la Sunna de Dios.
Y así de nuevo, volvemos a faltar a la fidelidad al Mensaje y en consecuencia volvemos a traicionar una vez más al Mensajero.
Continuará en el siguiente artículo…