Entrevista a Antonio Manuel Rodríguez Ramos, profesor de Derecho Civil en la Universisad de Córdoba, en relación a la creación de la plataforma ciudadana Mezquita Catedral de Córdoba. Patrimonio de todos.
P: En estos días se habla sobre la titularidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba. ¿Podrías explicar a nuestros lectores cuál es la situación legal del monumento?
R: Hasta el 2006 se encontraba en una especie de limbo jurídico. Aprovechando dos normas inconstitucionales, el Obispado la inmatriculó (la inscribió por primera vez en el Registro de la Propiedad) con el nombre de Santa Iglesia Catedral de Córdoba. La inscripción no es en sí misma una forma de adquirir la propiedad. Siempre se necesita un título material que la justifique. En este caso, el Obispado adujo la «consagración». En consecuencia, la inmatriculación es nula por partida doble. Pero mientras no se proceda contra esta apariencia jurídica, se corre el riesgo de consolidarse en 2016. Y, aunque en rigor no podría hablarse técnicamente de «usucapión», porque los bienes públicos no se adquieren por la posesión prolongada en el tiempo, quizá un juez refrende la situación por haberse consentido.
P: Para un mejor entendimiento es necesario conocer los antecedentes. ¿De qué manera se ha llegado a esta situación?
R: Por varias razones: por deslealtad institucional de la jerarquía católica al no comunicar a la Junta de Andalucía un hecho de esta gravedad y trascendencia. Por dejación de las administraciones públicas consintiendo la gestión abusiva, opaca y confesional del monumento. De ahí que, por un lado, exijamos que se restituya la legalidad constitucional declarando nula la inmatriculación. Y por otro, que se otorgue a este monumento singular un estatuto jurídico singular en el que, respetando su uso litúrgico, la gestión de la Mezquita-Catedral sea pública, transparente y obedezca a criterios científicos acordes con su simbolismo y universalidad.
P: Parece increíble que no se haya llevado a cabo desde los organismos competentes ningún paso para la recuperación del monumento. ¿A qué crees que es debido?
R: Es una cuestión de poder y de prejuicios. De ignorancia impuesta y consentida. En pleno siglo XXI, tras más de treinta y cinco años de vigencia constitucional, aún no se ha resuelto algo tan diáfano en el resto de Europa como la separación Iglesia-Estado. Y encima estamos tocando uno de los pilares que fundamentan el nacionalcatolicismo español. La Mezquita de Córdoba es la huella más luminosa y viva de al Andalus. De ahí que quieran eliminar su rastro de la historia y hasta del nombre. Pero la memoria es más fuerte que las piedras. La Mezquita es Córdoba y Córdoba es la Mezquita. Son dos hermanas siamesas que comparten razón y corazón. Separarlas provocaría la muerte de ambas. El pueblo lo sabe, el mundo lo sabe, y por eso ha reaccionado.
P: Ante este estado de cosas, se ha puesto en marcha una iniciativa ciudadana. ¿En qué consiste? ¿Cuáles son los pasos a seguir?
R: Se trata de una iniciativa ciudadana, plural e inclusiva, que ha buscado desde el inicio refrendarse de ciudadanía solicitando el amparo neutral del Defensor del Pueblo Andaluz. Frente a la amputación del nombre Mezquita, nosotros añadimos el de Catedral. Esa es la diferencia. La iniciativa ha provocado un enorme impacto internacional y todos los medios la llaman Mezquita y todos se alarman ante lo ocurrido. Nuestra intención es esencialmente divulgativa. Queremos que la ciudadanía sepa lo ocurrido y que tome conciencia del riesgo que corre la declaración del monumento como Patrimonio Mundial de la Unesco debido a esta gestión confesional. Esa es la clave. La Mezquita de Córdoba recibió tal reconocimiento por lo que es y, especialmente, por lo que significa. Es un monumento a la tolerancia. Consentir esta conversión en un monumento a la intolerancia provocaría su declaración en riesgo con el enorme daño que eso implica a la economía y a la imagen de la ciudad, Andalucía y el Estado.
P: Seguro que la iniciativa ha tenido respuesta social. ¿Habéis recibido apoyos?
R: Nos avalan la firma de más de 175.000 ciudadanos y ciudadanas, entre las que se encuentran centenares de intelectuales del prestigio internacional de Eduardo Galeano, Norman Foster, Caballero Bonald, Muñoz Molina, Antonio Gala, Mayor Zaragoza, Ana Rosseti, Amelia Valcárcel, Emilio Lledó… además de la práctica unanimidad de los cristianos de base en España y Europa.
P: ¿Y respuestas negativas?
R: Prefiero no comentarlas, se califican por sí mismas.
P: En este último sentido, hace unos días hemos sabido que el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba rechaza, con los votos de PP y Unión Cordobesa y la abstención del PSOE, pedir la titularidad pública de la Mezquita-Catedral. ¿En qué medida afecta esta decisión al planteamiento de la Plataforma?
R: En nada.
P: Respuesta corta pero muy elocuente ¿Alguna cosa más que quieras añadir?
R: Lo más importante es que sólo el cambio de nombre justificaría cualquier movilización porque demuestra, por sí misma, lo absurdo de una decisión que contamina de confesionalidad un monumento que no sólo es catedral y que, todo él, es mucho más que una mezquita. Sólo el cambio de nombre facultaría a la Unesco para declarar en riesgo su calificación como patrimonio mundial. De ahí la urgencia y necesidad de que la ciudadanía de Córdoba y del mundo tome conciencia del riesgo que corre un símbolo de concordia entre culturas como la Mezquita Catedral de Córdoba. Tan grave, por ejemplo, como la destrucción física de los famosos budas en Afganistán, es la destrucción simbólica del paradigma de la Mezquita Catedral de Córdoba.