La biografía del Profeta construida siglos tras su fallecimiento fue fruto de una larga trayectoria acumulada de eventos, debates y circunstancias. En cada época se destaca una serie de temas que casi siempre por motivos políticos y culturales marcan la tendencia de cada momento.
Tanto los árabes cristianos, los árabes judíos y otros pueblos de otras tradiciones como la tradición persa, bizantina o helénica han marcado las influencias de los autores, en especial en la época del dominio de cultura de Jorasán que se impuso a los omeyas y se estableció en Bagdad. Hay que recordar que el derrocamiento de los omeyas no sólo trajo consigo una emigración de ejércitos desde Jorasán para establecerse al final en Bagdad, sino que también, trajo consigo una emigración de poblaciones enteras desde Jorasán a Irak. Y también cabe destacar que la elite del pensamiento de Damasco heredada del imperio omeya y que se sometió a los nuevos gobernantes abásidas procedentes de Jorasán son de remarcada cultura bizantina y helénica. En esta época surge la gran sinergia entre tendencias. Los hadices y relatos no sólo se volverían a transformar en sus matices y contenido sino que en esta época se van a multiplicar en contenido y cantidad.
Los debates teológicos entre las distintas tradiciones y los fenómenos de sinergia entre dichas tradiciones alcanzan su punto álgido en esta etapa del nuevo dominio abásida. Si nos fijamos en la mayoría de los autores musulmanes que han elaborado muchas obras auspiciadas desde el poder político, obras biográficas, históricas, del comentario, etc… son autores que ya procedían de una tradición escolástica previa ya sea cristiana, judía o zaroastriana, generalmente suelen ser hijos o nietos de famosos teólogos o líderes religiosos. Y desde luego, huelga decir que traen un consigo un bagaje cultural, intelectual, teológico y filosófico de una larga tradición.
Los debates históricos y teológicos que giraban entorno a Moisés, Zaroastro o Jesús, ahora no sólo van a girar entorno a Muhammad sino que van marcar la forma en el que se verá Muhammad, creando no sólo una constante comparativa sino que dará comienzo a una carrera de comparaciones que se resumen en «Quién da más».
A pesar de que el honrado Alcorán define a los creyentes como aquellos que no establecen comparaciones ni diferencias entre los Mensajeros de Dios, la paz sea con todos ellos, pues eso es algo que sólo le compete a Dios, aún así, la desobediencia del honrado Alcorán es una constante, y el carácter iblísico vuelve de nuevo a emerger, y por ello escuchamos en los púlpitos, que cuando se hace referencia a Muhammad, se establecen diferencias respecto a los demás Mensajeros sentenciando con oraciones blasfemas del estilo «Es lo mejor que pisó la tierra» o «Líder (Imam) de los Mensajeros» y otras sentencias que reflejan la profunda ignorancia que se tiene sobre el Mensaje de Alcorán, asumiendo juicios entre Mensajeros que sólo le corresponden a Dios y a nadie más . Además, esta directriz coránica no se remarca una vez sino en tres ocasiones:
Decid: «Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado y en lo que fue revelado a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob y a los Asbaat, y en lo que fue dado a Moisés y a Jesús, y en lo que fue dado a los profetas por su Señor. No hacemos diferencias entre ninguno de ellos y nos entregamos a Él.» (2:136)
También se encuentra en las aleyas 2:285 y en la 3:84.
Entre las obsesiones de comparativas hay una carrera muy concreta y es la carrera para el pódium de los milagros. La cantidad de milagros que se han atribuido a los Profetas y Mensajeros es digna de estudiarla a parte, pero en este artículo nos centraremos en la biografía que se atribuye a Muhammad. Desde el caminar sin sombre, dividir la luna en dos, entre otras fábulas mágicas, en este artículo vamos a enfocarnos en la ascensión a los cielos y el mal llamado Mi’raay. Digo mal llamado porque, por equivocarse se equivocaron hasta en la construcción morfológica del término, quisieron referirse a la acción de ascender en forma sustantiva que es I’raay y usaron en su lugar el objeto que asciende (Mi’raay) que no es ascensión sino literalmente ascensor, es decir, un objeto que te hace ascender, porque la (Mi) es un prefijo de participio.
Si aceptamos la premisa de que el honrado Alcorán habla de milagros y no habla de signos, y aceptamos que todas las aleyas son literales y rechazamos que haya aleyas figurativas o metafóricas, lo que nos llevaría directamente a la idolatría y el antropomorfismo Divino, pero aún así, lo aceptaremos temporalmente sólo para desarrollar este argumento. Podríamos, entonces, sentenciar que, si algo distingue al Profeta Muhammad en el honrado Alcorán es que es el Profeta que no trajo milagros, y si seguimos aceptando que los signos son milagros, podemos sentenciar que el único milagro del Profeta Muhammad es el honrado Alcorán, y esto es algo en el que Alcorán es rotundo y se afirma con toda clarividencia.
Y aquí, vamos a señalar una cuestión muy llamativa, de hecho, considero que es algo asombroso por lo paradójica que resulta. El argumentario usado para hablar de la ascensión de Muhammad se basa en una serie de Hadices, pero principalmente en un relato atribuido a Anas Ibn Malik compilado por Bujari y su discípulo Muslim. Se trata de un hadiz muy largo que no vamos a reproducir aquí al completo, pero el lector lo puede encontrar en la compilación de Sahih Muslim con el º 162 en el del Sahih Bujari 3570.
El hadiz en cuestión, se resume en cómo un grupo de individuos, presumiblemente ángeles, portan el profeta, mientras dormía cerca de la Kaaba en Meca, y lo llevan ante Gabriel que abre su pecho para lavarle con el agua de Zam Zam, luego lo preparó y comenzó una aventura de ascensión al primer cielo, ahí Adam le saluda y la da la bienvenida y se encuentra una representación de los río del Nilo y el Éufrates, y luego siguió esta ascensión del primer cielo al segundo y al tercero y así hasta el séptimo, y en cada cielo iba encontrando profetas como Abraham en el sexto cielo y Moisés en el séptimo cielo. Traspasando el séptimo cielo llegó a donde se encuentra Dios, efectivamente llegó al lugar donde se hallaba Dios, porque según este hadiz Dios se halla en un lugar, por lo que está delimitado por la forma y el espacio, hasta que estuvo tan cerca como a un brazo de distancia. Aquí es donde supuestamente Dios ordena a Muhammad que su comunidad debe realizar cincuenta oraciones diarias. Pero que no se asuste el lector, que el dios de este hadiz es flexible y tiene una mentalidad de comerciante y te puede realizar rebajas si negocias el asunto con él. Cuando Muhammad recibió esta directriz bajó de nuevo al séptimo cielo, ahí se encontró a un Moisés muy curioso que le paró y le dijo; ¿Qué te ha dicho Dios?, a lo que Muhammad le respondió; me ordenó que mi comunidad debe realizar cincuenta oraciones diarias. Aquí Moisés va a demostrar que sabe más que dios, y le dice a Muhammad (que en este relato no parece tener muchas luces) que su comunidad no va a poder realizar cincuenta oraciones al día, puesto que él probó con mucho menos con la suya y al final la abandonaron, que suba de nuevo y que negocie con dios para que le haga una rebaja. Pues Muhammad, consulta previamente con Gabriel, como para ver si está de acuerdo. Gabriel le dice que sí que suba de nuevo, y él sube y amablemente le pide una rebaja a dios, y ahí dios se da cuenta de que quizás se haya pasado un poco, así que le concedió una rebaja del 20% y se redujeron en diez oraciones menos y se quedaron en cuarenta. Muhammad vuelve a bajar con la nueva rebaja al séptimo cielo y de nuevo Moisés le para y le pregunta cuánto le rebajó y Muhammad le cuenta la nueva oferta, y como si de un zoco se tratara Moisés le dice que no, que sigue siendo mucho, que vuelva a subir de nuevo y le pida otra rebaja, pues más sabe Moisés que dios. Y así estuvo Muhammad subiendo y bajando hasta que dios le rebajó a cinco oraciones diarias, entonces Muhammad bajó con esa oferta al séptimo cielo y Moisés sigue pensando que era mucho que Muhammad debía subir de nuevo para solicitar una rebaja, pero Muhammad ya le daba vergüenza tanto subir y bajar, que aceptaría cinco oraciones al día.
En fin, esta historia que justifica que muchos predicadores recomienden a los musulmanes que cada año celebren este viaje de ascensión, no es el peor de los hadices que denigran la imagen de los Profetas, la paz sea con ellos o la imagen de Dios y sus malaika, hay hadices aún más antropomórficos e idólatras y horribles. Y como muchos hadices que ostenta la creencia de muchos musulmanes parece más bien sacada del libro de las mil y una noches.
Lo anterior es en cuanto a los hadices que sustentan esta creencia. Pero la mayor de las paradojas son las azoras que se usan para justificar esta creencia, la azora El astro (53) y la azora por excelencia del Viaje fácil (17) que mencionamos anteriormente. Para empezar la azora del Astro nadie entiende como se la relaciona con ningún viaje o ninguna ascensión, si habla de justo lo contrario, es decir, habla de cómo desciende Gabriel a Muhammad, es decir, cómo desciende no de cómo asciende, y no dice nada sobre ninguna ascensión a ningún cielo.
Pero, la sorpresa la encontramos en la Azora de Al-israa’, es decir, el Viaje fácil. Nosotros vamos a partir del presupuesto de que este viaje hace referencia a Muhammad, a pesar de que las aleyas hablan de un siervo, que según el contexto bien podría referirse a Moisés. Y no vamos a entrar en el debate si era un viaje espiritual o corporal, sobre eso ya se ha escrito mucho. Lo que vamos a descubrir en esta Azora es algo que personalmente me deja anonadado. Esta Azora es una de las azoras que defienden el ¡¡por qué Profeta Muhammad no trae milagros!! para que la gente crea en él.
Una de las aleyas más destacadas es aquella que señala que Muhammad no se distinguía con nada fuera de lo usual (que lo inusual no tiene que ver con los milagros), debido a que cuando algún Profeta era muy distinguido con signos, su pueblo se manifiesta aún con más arrogancia y más negación. La azora de Al-israa` (El viaje sin dificultad) es una de las azora que más niegan los «milagros» que tanto solicitaban los Kuffar o negadores que rodeaban a Muhammad.
Por ejemplo esta aleya: 17:59
وَمَا مَنَعَنَا أَن نُّرْسِلَ بِالْآيَاتِ إِلَّا أَن كَذَّبَ بِهَا الْأَوَّلُونَ ۚ وَآتَيْنَا ثَمُودَ النَّاقَةَ مُبْصِرَةً فَظَلَمُوا بِهَا ۚ وَمَا نُرْسِلُ بِالْآيَاتِ إِلَّا تَخْوِيفًا
Nada nos impidió enviar milagros, excepto el que los antiguos los desmintieran. Enviamos a Tamud la camella para que abrieran los ojos, pero la trataron injustamente. Y no enviamos los milagros sino para atemorizar.
Donde el traductor repite la palabra milagros, en árabe está diciendo signos. Pero seguiremos el presupuesto del traductor. Por lo que quedaría así; nada nos impidió enviar milagros, es decir, no hemos enviado milagros con Muhammad. Es una aleya clarísima, nítida y manifiesta, además, explica el por qué, porque pueblos anteriores los han desmentido y pone como ejemplo el pueblo de Tamud.
Las sorpresa se hace aún más mayúscula cuando describe que los que solicitan la ascensión del Profeta Muhammad a los cielos eran los Kuffar, aquellos negadores que rechazaron su Mensaje. Y que la respuesta que Dios ordena que Muhammad transmita es, que cómo se les ocurre pedir tal cosa, pues Muhammad no es más que un ser humano como nosotros, y cómo le pides a un ser humano que ascienda a los cielos.
Azora 17 (90-93)
وَقَالُوا لَن نُّؤْمِنَ لَكَ حَتَّىٰ تَفْجُرَ لَنَا مِنَ الْأَرْضِ يَنبُوعًا ﴿٩٠﴾ أَوْ تَكُونَ لَكَ جَنَّةٌ مِّن نَّخِيلٍ وَعِنَبٍ فَتُفَجِّرَ الْأَنْهَارَ خِلَالَهَا تَفْجِيرًا ﴿٩١﴾ أَوْ تُسْقِطَ السَّمَاءَ كَمَا زَعَمْتَ عَلَيْنَا كِسَفًا أَوْ تَأْتِيَ بِاللَّهِ وَالْمَلَائِكَةِ قَبِيلًا ﴿٩٢﴾ أَوْ يَكُونَ لَكَ بَيْتٌ مِّن زُخْرُفٍ أَوْ تَرْقَىٰ فِي السَّمَاءِ وَلَن نُّؤْمِنَ لِرُقِيِّكَ حَتَّىٰ تُنَزِّلَ عَلَيْنَا كِتَابًا نَّقْرَؤُهُ ۗ قُلْ سُبْحَانَ رَبِّي هَلْ كُنتُ إِلَّا بَشَرًا رَّسُولًا ﴿٩٣﴾ وَمَا مَنَعَ النَّاسَ أَن يُؤْمِنُوا إِذْ جَاءَهُمُ الْهُدَىٰ إِلَّا أَن قَالُوا أَبَعَثَ اللَّهُ بَشَرًا رَّسُولًاY dicen: «No te creeremos hasta que hagas brotar de la tierra, para nosotros, una fuente que nunca se seque, (90) tengas un jardín con palmeras y viñas y hagas que broten en medio de él manantiales abundantes, (91) o hagas que caiga el cielo en pedazos sobre nosotros, como pretendes que sucederá, o hasta que traigas a Dios y a los ángeles ante nosotros, (92) o hasta que tengas una casa de oro o te eleves en el cielo.» «Y no creeremos en tu ascensión hasta que no hagas descender para nosotros un libro que podamos leer.» Di: «¡Glorificado sea mi Señor! ¿Acaso soy otra cosa que un ser humano, un Mensajero?» (93) Y lo único que impide a la gente creer cuando les llega la Guía es decir: «¿Ha designado Dios mensajero a un ser humano?»
Estas aleyas son demoledoras, los negadores querían milagros y Muhammad les responde que es un ser humano, como va a hacer milagros, como va a ascender a los cielos, como va a violar las leyes Divinas de la creación. Y al final Dios deja una sentencia terrible, y es que, lo que impide que las personas crean en la Revelación es porque es transmitida por un Mensajero que es un ser humano.
Esa última sentencia es digna de analizar, porque nos describe la psique humana y cómo funciona y nos responde a por qué muchos quieren que Muhammad tenga milagros y que haya ascendido a los cielos. Porque necesitan aun Mensajero mágico, al ser mágico y milagroso, por mucho que presumimos que es nuestro modelo y guía, en nuestro subconsciente sabemos que eso no es cierto, él hace cosas que ningún ser humano puede hacer como ascender a los cielos, no tener huella al caminar entre otras manifestaciones fantásticas, lo que justifica a nuestro subconsciente que en realidad nunca podremos ser como él, porque él no es como el resto de seres humanos, y esa es una de las principales razones por la que convertimos a los Profetas en seres milagrosos, ya que el milagro no es mérito de ellos, no es el el fruto de su esfuerzo y su sacrificio de una larga vida de entrega y búsqueda, el milagro es un regalo divino mágico. De esta forma muchas de nuestras negligencias quedan justificadas porque nosotros no ascendemos a los cielos.
Una vez más, observamos como la biografía de Muhammad en el Alcorán, donde insiste y reitera una y otra vez que es un Bashar, un ser humano, las biografías dinásticas insisten en que es un ser milagroso y mágico.
El desden con que se mencionan los milagros en el honrado Alcorán es regio. Es falso que los milagros convenzan de nada, solo llevan a ser más impertinentes y exigentes con las condiciones que ponemos para creer. Lo cual es evidentemente nocivo para nosotros.