Un país salido de un largo episodio de racismo abominable, el llamado “apartheid”, con una población de orígenes dispares y con unos augurios que le hacían algunos de lo más negro, negrito. Los augurios se han debido de cansar de ser tan agoreros y ahora ya no los oímos y Sudáfrica ni se ha resquebrajado ni se ha roto en luchas internas. Por el contrario, sigue ganando ascendiente en el ámbito internacional y, asi, hemos oído de su iniciativa, nobilísima, de poner pleito a la demoniaca campaña de exterminio de la gente palestina que lleva a cabo el estado nazionalsionista, mal llamado Israel.
No sé si a alguien más le habrá ocurrido lo que a mí, que cuando vi anunciada por primera vez la iniciativa sudafricana no me impresionó. No era eso lo que hacía falta, sino que alguien le parase los pies al estado sionazi de la única manera que se puede (o así parece), es decir, por la fuerza. Naturalmente, esto último es como lo de poner el cascabel al gato. Se debe, se debe, pero a ver quién es el guapo.
Pero Sudáfrica, sí, siguió adelante con el pleito, con dedicación, con rigor, con competencia jurídica y lo ha llevado a juicio. Ahí estamos y ahí es cuando yo me digo que sí, que hay que descubrirse ante Sudáfrica. Pararle los pies con las armas al engendro es, por decirlo suave, problemático, pero lo que ha hecho Sudáfrica está claro que sí que se ha podido hacer. Queda ahora saber por donde nos va a salir la Corte Internacional de Justicia: si seguirá los dictados del amo como suele hacer, si llegará a un “ni para ti ni para mí” que deje todo como está o si responderá con algo más útil para los gazatíes condenados a muerte por los genocidas.
Si una se atiene a lo verosímil, lo que salga será ese “ni para ti ni para mí”, que siempre viene a ser lo mismo que seguir los dictados del amo, pero que queda más aseado. Sin embargo, como la esperanza es lo último que se pierde, pues mientras que no nos la chafen, esperemos la tercera alternativa.
Eso en cuanto a los resultados estrictamente jurídicos. En cuanto a los resultados de cualquier índole, pues eso, ¡olé por Sudáfrica! porque salga lo que salga será mejor que si no hubieran puesto el pleito. Si la Corte sigue la voz de su amo, la Corte se va dejar en el envite un buen girón de pellejo como inútil y vendida y los que la manejan o tratan de manejarla un poquito más de pringados de barro inmundo y los que quisieran esperar algo de la Corte, más convencidos de su inutilidad y por tanto de su nocividad y sin ningún interés por conservarla para nada. Otro tanto cabría decir si no se moja, solo que quizás con un poquito menos de sonrojo.
En cambio, si por alguna merced divina, la Corte resuelve en favor de los palestinos, será otro clavo en el ataúd del ente genocida y en el cartel de facinerosos de sus colaboradores y valedores. Eso es lo que esperamos y Dios lo quiera. En cualquier caso, gracias Sudáfrica y ojalá surjan más iniciativas útiles.