En el capitulo anterior, realizamos una introducción sobre las biografías históricas que se elaboraron sobre la vida del Profeta Muhammad, la paz sea con él y los mensajeros que le precedieron. Estas biografías son las que han creado la figura del Profeta que está presente en el imaginario colectivo de la mayoría de los musulmanes en la actualidad. También hemos señalado los problemas que presentan estas obras tanto a nivel de rigor como a nivel de credibilidad del autor de la principal obra biográfica referente, es decir, Ibn Is-haq.
Hemos de añadir que la imagen biográfica del Profeta se complementa con relatos esparcidos aquí y allá en las principales obras del Hadiz, en especial en las seis obras de autores de cultura persa consideradas como las más fiables por la escolástica del hadiz, es decir, las obras de Bujari, Muslim, Annasaa’i, Abudawud, Attírmidhi e Ibn Maya. Muchos de los eventos relatados, relacionados con la vida del Profeta y recogidos en las obras mencionadas, ya vienen recogidas en las biografías llamadas la «Sira del Profeta».
Tal como se indicó en el capítulo anterior, cuando se realiza un estudio minucioso sobre la personalidad que se conforma con estas biografías y la comparamos con la personalidad del Profeta que describen las aleyas de Alcorán, se nos revela de que son dos personalidades diametralmente diferentes. Y esto es algo que iremos esgrimiendo en estos capítulos.
Comencemos por algo tan «mundanal» como la situación económica del Profeta Muhammad, la paz sea con él, recogida en las biografías y hadices o relatos.
Un Profeta muy pobre y resignado en su pobreza.
De forma general, en los relatos biográficos y del hadiz se destaca la delicada situación económica del profeta. Describen la casa en la que solía pernoctar como un hogar muy humilde y muy pequeño, prácticamente equivalente a una habitación de hoy en día. Estaba tan necesitado que, en ocasiones, podría pasar un mes entero sin que en su casa se encendiera fuego para hacer comida caliente, a veces, hasta dos meses y más. Hay relatos que describen como, a menudo, del hambre no podía permanecer en casa y salía a tomar aire sólo para intentar olvidar la sensación del hambre. También podemos encontrar hadices con descripciones aún más gráficas, como aquellos que relatan cómo el Profeta se ponía hasta dos piedras en el estómago y las amarraba para cerrar el estómago y no sentir tanta hambre.
Y de esta forma, siguió en esta situación de penuria hasta su muerte. Pues, según estos relatos, murió endeudado. Se endeudó por comida para no morir de hambre. A continuación exponemos los relatos que descubren la más absoluta miseria en la que vivía este profeta.
En el Musnad de Ahmad el hadiz nº 8996
أبي هريرة [ ص: 405 ] كان يمر بآل النبي صلى الله عليه وسلم هلال ثم هلال لا يوقد في شيء من بيوتهم النار لا لخبز ولا لطبيخ فقالوا بأي شيء كانوا يعيشون يا أبا هريرة قال بالأسودين التمر والماء وكان لهم جيران من الأنصار وجزاهم الله خيرا لهم منائح يرسلون إليهم شيئا من لبن
Según Abu Huraira, pasaban varias lunas y en las casas del Profeta no se encendía fuego, no tenían ni pan ni cocido. Dijeron: de qué vivían entonces Abu Huraira. Dijo: de las dos cosas oscuras, los dátiles y el agua. Tenían vecinos de los Ansar, que Dios les recompense, les daban de vez en cuando algo de leche.
El mismo relato es atribuido a Aicha en vez de Abu Huraira en Bujari (2428), Muslim (2972 ), entre otros.
En la obra de Sahih Muslim (2040) y en Bujari (3578 )viene recogido el siguiente Hadiz:
جِئْتُ رَسولَ اللهِ صَلَّى اللَّهُ عليه وَسَلَّمَ يَوْمًا فَوَجَدْتُهُ جَالِسًا مع أَصْحَابِهِ يُحَدِّثُهُمْ، وَقَدْ عَصَّبَ بَطْنَهُ بعِصَابَةٍ، قالَ أُسَامَةُ: وَأَنَا أَشُكُّ علَى حَجَرٍ، فَقُلتُ لِبَعْضِ أَصْحَابِهِ لِمَ عَصَّبَ رَسولُ اللهِ صَلَّى اللَّهُ عليه وَسَلَّمَ بَطْنَهُ؟ فَقالوا: مِنَ الجُوعِ
Vine a donde el Mensajero y lo encontré con sus compañeros mientras les hablaba. Había amarrado algo a su estómago. Dijo Osama, creo que eran piedras. Les dijo a algunos Sahaba (Compañeros) ¿Por qué tiene amarrado el estómago? dijeron: por el hambre.
Vamos a añadir un Hadiz más recogido en Sahih Bujari (2916) y atribuido a Aicha:
تُوُفِّيَ رَسولُ اللَّهِ صَلَّى اللهُ عليه وسلَّمَ ودِرْعُهُ مَرْهُونَةٌ عِنْدَ يَهُودِيٍّ، بثَلَاثِينَ صَاعًا مِن شَعِيرٍ
Falleció el Mensajero y dejó su escudo como fianza ante un judío que le prestó treinta cuencos de cebada.
Esta imagen de extrema necesidad y miseria contradice otros relatos donde describen al Profeta como un gobernador que tenía dominio desde Yemen hasta Tabuk y desde Bahrain hasta Meka. También le atribuyen su casamiento con nueve mujeres. En otros relatos con diez mujeres, e incluso once mujeres, y las mantenía económicamente a todas.
Pero, debemos entender que había razones prácticas para promover entre los musulmanes la imagen de un profeta pobre, necesitado, dependiente de la limosna de otros y llevando una vida miserable. Para completar la manipulación se presentaba y se sigue presentando esta situación ante los musulmanes como un modelo de desapego de lo mundano, un prototipo de modestia y humildad.
Pero, después de esta disertación sobre la imagen de un profeta muy pobre en los relatos biográficos y de los hadices, planteamos la siguiente pregunta ¿Cómo es la imagen del Profeta en Alcorán?
Un profeta solvente y autosuficiente
La imagen del Profeta en Alcorán es totalmente distinta. Empezando por el nombre. El honrado Alcorán no sólo señala los nombres de los profetas, también los está describiendo. Muhammad también es un adjetivo que califica a aquél que merece la loanza de la gente, un noble generoso, solidario y hospitalario al que todos se dirigen con agradecimiento. Ese es el significado de Muhammad. Y es el título de una de las azoras del honrado Alcorán.
Cuando se le asigna la misión de propagar el mensaje, Dios le inspira en su camino y le otorga el suficiente conocimiento para que logre ser solvente y autosuficiente, para no depender de la voluntad de la gente y para poder, así, afrontar la misión del Mensaje y poder cumplir con sus deberes y obligaciones y ser un ejemplo para con sus semejantes. Dice en la siguiente aleya 8 de la Azora 93:
وَوَجَدَكَ عَائِلًا فَأَغْنَىٰ
Y te encontró dependiente y te enriqueció haciéndote autosuficiente
Era tan solvente y autosuficiente que su generosidad y hospitalidad hizo que en sus casas los Sahabas y demás gente no dejaba de ir de forma asidua para comer y saciar su hambre. Hasta el punto que los Sahaba llegaban a ser un incordio. Pues comían y luego se quedaban y no dejaban que las gentes de las casas del Profeta pudieran descansar o disfrutar de algo de intimidad. Incluso las mujeres llegaban a sentirse incordiadas y violentada su intimidad. Pero, el Profeta era tan afable y tenía un carácter tan dulce que le avergonzaba decirles nada a sus Sahaba. En cambio, a Dios no le avergüenza aleccionar a los Sahaba y les dejó claro que debían tener modales con el Profeta, y el que saciaba su hambre que se fuera para sus asuntos. Y el que quería venir a comer, que antes de entrar pidiera permiso y que no entraran en las casas del Profeta de forma atropellada y sin modales ni educación. Y que cuando entren, si querían pedir algo de comida o cualquier otra cosa, que lo pidieran detrás de una cortina o puerta y que no violaran su intimidad. Esto viene bien descrito en las siguientes aleyas de la Azora 33:
يَا أَيُّهَا الَّذِينَ آمَنُوا لَا تَدْخُلُوا بُيُوتَ النَّبِيِّ إِلَّا أَن يُؤْذَنَ لَكُمْ إِلَىٰ طَعَامٍ غَيْرَ نَاظِرِينَ إِنَاهُ وَلَٰكِنْ إِذَا دُعِيتُمْ فَادْخُلُوا فَإِذَا طَعِمْتُمْ فَانتَشِرُوا وَلَا مُسْتَأْنِسِينَ لِحَدِيثٍ ۚ إِنَّ ذَٰلِكُمْ كَانَ يُؤْذِي النَّبِيَّ فَيَسْتَحْيِي مِنكُمْ ۖ وَاللَّهُ لَا يَسْتَحْيِي مِنَ الْحَقِّ ۚ وَإِذَا سَأَلْتُمُوهُنَّ مَتَاعًا فَاسْأَلُوهُنَّ مِن وَرَاءِ حِجَابٍ ۚ ذَٰلِكُمْ أَطْهَرُ لِقُلُوبِكُمْ وَقُلُوبِهِنَّ ۚ وَمَا كَانَ لَكُمْ أَن تُؤْذُوا رَسُولَ اللَّهِ وَلَا أَن تَنكِحُوا أَزْوَاجَهُ مِن بَعْدِهِ أَبَدًا ۚ إِنَّ ذَٰلِكُمْ كَانَ عِندَ اللَّهِ عَظِيمًا ﴿٥٣﴾ إِن تُبْدُوا شَيْئًا أَوْ تُخْفُوهُ فَإِنَّ اللَّهَ كَانَ بِكُلِّ شَيْءٍ عَلِيمًا
OH VOSOTROS que habéis llegado a creer! No entréis en las casas del Profeta a menos que se os autorice a ello; [y cuando seáis invitados] a una comida, no debéis [acudir temprano y] esperar a que sea preparada: pero cuando seáis invitados, entrad [en el momento justo]; y cuando hayáis comido, retiraos y no os quedéis por el mero afán de conversar: esto, ciertamente, ofendería al Profeta, pero le daría vergüenza por vosotros [hacéroslo saber]: sin embargo Dios no se avergüenza de [enseñaros] lo que es correcto. Y si tenéis que pedirles a ellas algo que necesitéis, hacedlo desde detrás de una cortina: esto contribuirá a la pureza de vuestros corazones y de los suyos. Además, no debéis causar ofensa alguna al Mensajero de Dios –ni casaros jamás con sus viudas una vez desaparecido él: eso ante Dios sería, ciertamente, una atrocidad. (53) Tanto si hacéis algo públicamente o en secreto, [recordad que,] ciertamente, Dios tiene pleno conocimiento de todo.
Este rasgo de riqueza y autosuficiencia era lo que permitía realmente al Profeta ser un ejemplo para los ricos y no tan ricos, un ejemplo de solidaridad, generosidad y hospitalidad. El Profeta, al igual que los Profetas anteriores, practicaban El Shukr, ponían en práctica los conocimientos y dones que Dios les inspiraba logrando la abundancia en la Tierra. No hacía apología a la pobreza sino a la prosperidad y la purificación de la riqueza, es decir, al Azaque. Por eso, podía, tal como se recoge en otras aleyas, alimentar al necesitado, proteger al inmigrante, dar sadaqa a los pobres y desvalidos, proteger a las mujeres dependientes y a los huérfanos, liberar a los esclavos y purificar su riqueza (Azaque) con los actos de bien que Dios le ha ordenado.
Siguiendo el hilo de las aleyas de Alcorán, el conocimiento que Dios inspiró a Muhammad le permitió lograr un estado de prosperidad que le ayudara en su tarea tanto de propagar el Mensaje como en ofrecer un ejemplo eficaz de cómo han de cumplirse sus enseñanzas.
Además, en todas las invasiones sufridas por la comunidad del Profeta, Dios le asignó la quinta parte del botín de guerra que se quedaba en el campo de batalla para atender a los más desfavorecidos y cumplir con los objetivos de la Misión en su rol como Mensajero.
Esta figura de un Profeta empoderado y que no necesita de la gente, que puede dar ejemplo de lo que realmente significa el desapego de lo mundano, pues uno no puede desapegarse de aquello que no posee, dista mucho de la imagen de un profeta que murió siendo tan pobre y dependiente que su escudo quedó como fianza por treinta cuencos de cebada.
En cambio, la imagen coránica del Profeta es un modelo que invita a los creyentes al camino de la prosperidad y el empoderamiento para así poder ayudar a los que lo necesitan y purificarse mediante el Azaque y ver a la pobreza como un estado contra lo que luchar, pues la pobreza es fruto de las injusticias y la negligencia y es un estado que no merece el ser humano, pues Dios le otorgó al ser humano todas las herramientas para dignificarlo.
En cambio, la apología de la pobreza que se difunde mediante los relatos biográficos y los hadices, presentan un modelo de un profeta resignado en su miseria, que cualquiera empatizaría con su situación y se emocionaría, para que los pobres y necesitados lo tomen como ejemplo de resignación y así no revindicar su derecho a los ricos y en especial al emperador Abásida.
En el siguiente capítulo, seguiremos descubriendo más aspectos que resaltan la gran diferencia que hay entre la personalidad del Profeta en Alcorán y el profeta de los hadices y biografías.